'Madagascar 2' repetirá fórmula


Un hipopótamo, la cebra, la jirafa y el león creados por la industria digital de DreamWorks y que amasaron 500 millones de dólares en todo el mundo bajo el nombre de Madagascar vuelven a la carga con más espectacularidad, mismo sentido del humor y prácticamente idénticos resultados.

Madagascar 2, que se estrena en México el 5 de diciembre, cambia el ambiente insular por Tanzania, a los pies del Kilimanjaro, donde estos animales de costumbres neoyorquinas y aburguesadas -en la primera parte escaparon del zoológico de Central Park- se encontrarán con su hábitat natural.

La sabana es, entonces, el escenario en el que los creadores de la primera parte intentan meter, de manera un poco apretada, todas las viejas y las nuevas tendencias del cine de animación. Es decir, mantener el sabor didáctico hacia los más pequeños pero cargar las tintas en el humor más políticamente incorrecto relativas al "choque cultural".

Como viene siendo habitual últimamente, desde Bee Movie. La Historia de una Abeja hasta WALL·E, la cuestión ecológica ocupa un ya reiterativo protagonismo, mientras que los hábitos acomodados del animal criado en cautiverio y su pérdida de identidad entre tanto semejante -lo que justifica apabullantes secuencias colectivas- dan forma a las pequeñas píldoras de acidez.

A darle forma ayuda, por supuesto, el reparto estelar de voces vuelve a servir también de trampolín promocional: a Ben Stiller, David Schwimmer, Jada Pinkett Smith, Chris Rock y Sacha Baron Cohen se suman ahora Alec Baldwin y la música de Will.i.am, miembro y productor del grupo The Black Eyed Peas.

La cinta -de nuevo dirigida al alimón por Eric Darnell y Tom McGrath- resulta algo gastada en su línea narrativa, suscita poco interés en la sucesión de los acontecimientos -que guarda, además, un parecido alarmante con El Rey León (1994)- y es demasiado simplista en su atribución de un sentimiento para cada personaje: la moral, el humor, el amor y la crisis de identidad.

Siendo lo cómico lo mejor resuelto, la película funciona por destellos, según el personaje para el que esté diseñado la escena -con mención especial para el genial arranque, protagonizado por el escuadrón de pingüinos- y con esa misma irregularidad acusada pero no demasiado preocupante heredada de la original.

Como viene siendo también habitual en las franquicias de animación, Madagascar 2 explota además con cierta imprudencia lo que funcionó en la primera parte y da mayor espacio a lo que episódicamente hizo reír entonces, con la lógica consecuencia de quemar la fórmula.

Y así, pese a que lo de siempre mantiene su encanto y a que hay momentos compuestos de manera impecable, el hecho de que las nuevas aportaciones no encajen con el conjunto hace a la película divertida y eficaz, pero poco sorprendente y muy olvidable.

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