El director Isaac Cherem debuta en el largometraje con Leona, una genuina cinta que cuestiona los tradicionalismos de la sociedad judía en México.
por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToroX
Al igual que el personaje principal de su ópera prima, el director Isaac Cherem encontró en el arte una forma de salir de lo que él mismo llama su “burbuja judía”. Criado y educado en un ambiente cerrado por la religión, el hoy director comenzó a interesarse en el cine a los 16 años, después de haber actuado en un par de obras de teatro de la escuela. Su camino fue como el de cualquier otro cinéfilo: leyó lo que tenía que saber sobre hacer cine y vio todos esos métodos ejecutados en la pantalla gracias a jornadas de películas clásicas y descubrimientos cortesía de un empleado de Mixup que le ofrecía diversas recomendaciones, desde el cine del director estadounidense Stanley Kubrick hasta la filmografía del cineasta galo François Ozon.
Después se enamoró por completo del cine tras asistir al Festival de Cine de Morelia; estudió un curso en Los Ángeles, hizo dos cortometrajes enfocados en el género de terror y se involucró en el rodaje de la primera película de uno de sus amigos: El incidente, de Isaac Ezban. Avanzado el tiempo, Cherem comenzó a plantearse su debut en el cine y, con ello, qué es lo que quería contar en la pantalla grande. La respuesta llegó con un caso muy cercano: dos de sus mejores amigos estaban atravesando por un complicado noviazgo debido a la negativa de los padres de uno de ellos a aceptar que su hija se relacionara con alguien que no pertenecía a su misma religión.
“Estaba muy enojado. No entendía por qué estaba pasando esto: a mi amiga le hacían la vida imposible porque su novio no es judío. Su novio era mi roomate, es lo máximo y lo amo. Amo a los dos, eran una gran pareja, ¿por qué no pueden estar juntos? Como que esa fue la chispa de enojo”, comenta en entrevista telefónica.
El resultado de esa chispa fue Leona (2018), su sofisticada ópera prima en donde cuenta la historia de "Ariela" (Naian González Norvind), artista proveniente de una familia judía tradicional que se enamora de "Iván" (Christian Vázquez), un joven que no pertenece a su religión. Aunque en su génesis la trama podría sonar un tanto común, el director fue desarrollando la idea de lo largo de los años para llegar a un guion en donde, además de criticar los tradicionalismos de la sociedad judía conservadora, hace un interesante estudio cinematográfico sobre la identidad y la pertenencia.
“Era un momento en el que yo estaba muy, muy enojado y así empecé a escribir la historia, como en plan de denuncia. Ya había hecho ese ejercicio de intentar escribir una película y lo hice durante varios meses… pero, de pronto me di cuenta de que tenía que ponerme también en el lugar de aquellos que le hacían la vida imposible
a la protagonista, entender a estas personas y no podía entenderlas si estaba enojado con ellas. Tengo que redimirlas, tengo que convertirlas en personajes complejos, entender de dónde vienen y por qué piensan así”, señala.
Dentro de la construcción del argumento, Cherem se aproximó a la historia de la sociedad judía en México con el afán de entender a sus componentes, aunque reconoce que siempre se sintió más apegado a su protagonista que a cualquier otro personaje judío de la historia. A los 23 años tenía listo el primer borrador del guion, sin embargo, este no estuvo completamente finalizado sino hasta después de que el director habló con la “persona perfecta” para interpretar al personaje principal: la joven actriz Naian González Norvind, quien en ese entonces estaba viviendo en Nueva York.
“Hicimos (llamadas en) Skype con ella, platicamos, seguimos platicando y seguimos platicando. Después vino a México y seguimos la conversación en torno al personaje y ahí me di cuenta de que le faltaba muchísimo trabajo al guion”. Durante los siguientes meses, Isaac y González Norvind, que –para suerte de esta historia– había estudiado Literatura, reescribieron el argumento de la película. “Ahí empezó el viaje de conocernos profundamente y de saber de qué lugares venimos, de reconocer que venimos de lugares casi opuestos: ella era liberal, artista, creció rodeada de actores, de teatro, de películas y todo ese mundo; yo era conservador, mis papás son empresarios de ropa y otros clichés judíos de Bosques de las Lomas. Fue un encontronazo”.
Terminar el guion y filmarlo no fue la parte más complicada en la historia de Leona, pues desde su estreno en el Festival de Cine de Morelia –donde Naian González Norvind se llevó el Ojito a la Mejor Actriz del certamen en 2018–, la película ha atravesado una serie de problemas en su camino a presentarse al público, desde una pandemia internacional hasta la negativa de la comunidad judía en México de abrazar la cinta.
A pesar de ello, Cherem hizo todo lo posible por proyectar su primera película sin sacrificar su mensaje. “Creo que es una cosa que tiene matices y que va de un lado a otro, pero lo importante para mí ha sido marcar mi voluntad, mi deseo, mi independencia, mi libre albedrío y decir hasta aquí; hasta aquí sí y hasta aquí no. Yo no voy a sacrificar mi voluntad por agradar a alguien que no estaría de acuerdo si yo hiciera tal o cual cosa. Yo he sido muy claro, muy fuerte en poner mis límites y decir yo estoy esto, a mi me gusta esto y así vivo, así quiero”.
Leona forma parte de la programación de Sala Virtual, un esfuerzo de la Cineteca Nacional por acercar lo mejor de la cinematografía a las pantallas chicas de todo el país. Los boletos para cada función están disponibles en www.cinetecanacional.net. Además, la cinta está disponible para rentarse en todo el mundo a través del servicio de renta On Demand de Vimeo.
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