The Grand Budapest Hotel
Dir. Wes Anderson
por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro
El trato que Monseiur Gustave H. (Ralph Fiennes), concierge del Gran Hotel Budapest, ofrece a sus huéspedes, es tan reconocido como la fama del mismo hotel. Sus atenciones y su gusto por consentir a las abandonadas mujeres de más de 60 años lo convierten en el más querido de los trabajadores del lugar y al morir una de sus amantes, Madame D. (Tilda Swinton) hereda, además de un valioso cuadro, muchos problemas, que deberá enfrentar junto a Zero Moustafa (Tony Revolori), un aspirante a botones con quien entabla una gran amistad.
Hay un toque característico en el cine de Wes Anderson: las texturas, colores, así como la creación de personajes y el fino humor que mezcla con situaciones convencionales o ajenas a la realidad son adjetivos que han calificado a su prolífica carrera en cintas como Rushmore (Rushmore, 1998) Los Excéntricos Tenenbaums (The Royal Tenenbaums, 2001) y Un Reino bajo la Luna (Moonrise Kingdom, 2012), sin embargo, en su más reciente trabajo, El Gran Hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel, 2014), Anderson da un gran paso y ofrece su obra más madura y también su cinta más accesible.
Los exóticos universos que el director crea como escenario de su historia, así como el uso de colores pastel y texturas clásicas han sido una constante en su filmografía y en cada cinta esta experimenta una mejoría, en este caso no es la excepción. Con el apoyo de Stephen O. Gessler (Inglorious Basterds, 2009) en el diseño de arte y su colaborador habitual, Robert D. Yeoman en la fotografía, Anderson no sólo recurre a técnicas usuales en su estilo como las maquetas, el stop motion o largas tomas, sino que ocupa la tecnología a su disposición para contar una historia, por cada salto en el tiempo hay un formato de pantalla distinto; y aunque el trabajo artístico y la deliciosa partitura musical compuesta por Alexandre Desplat sean lo más vistoso del filme, su verdadera magia radica en el guión.
En tan solo noventa y nueve minutos, Anderson, inspirado en textos de Stefan Zweig, y con Hugo Guinness, en otra exitosa colaboración, toca temas como la guerra, la invasión, el noir, la confianza y la amistad con una genuina inocencia, pero también con una sólida perspicacia; el resultado, además de imaginativo, es apasionante. Prueba del crecimiento de Anderson tras la pluma es la diversidad de personajes que aborda en esta cinta, todos con una personalidad definida. Así figuran en la historia un pequeño aspirante a botones cuyo única meta es trabajar en el mejor hotel hasta que conoce a Agatha (Saoirse Ronan), una pastelera con un lunar oportunamente en forma del territorio mexicano, un codicioso hijo (Adrien Brody) que hará lo que sea por cumplir su cometido, un miedoso amo de llaves (Mathieu Amalric), un asesino despiadado (Willem Dafoe) o un controlador pero encantador concierge de hotel, ese último interpretado por un estupendo Ralph Fiennes, en un papel como el que pocas veces lo habíamos visto.
El reparto es una de las grandes virtudes del filme, en primera esencia con Tom Wilkinson, Jude Law, F. Murray Abraham, después con Fiennes, el debutante Tony Revolori, Edward Norton o Harvey Kietel, y sí, como ya es costumbre, aparecen Bill Murray, Jason Schwartzman y Owen Wilson para, una vez más encarnar a un personaje del realizador, todos con el mismo ritmo.
En unas cuantas décadas de historia, el esplendor del Grand Budapest Hotel, por su nombre en inglés, comienza a decaer, afortunadamente el cine del director, productor y guionista parece llevar el camino contrario, acercándose con su último filme a una obra maestra contemporánea; El Gran Hotel Budapest una experiencia deliciosa.
Hay un toque característico en el cine de Wes Anderson: las texturas, colores, así como la creación de personajes y el fino humor que mezcla con situaciones convencionales o ajenas a la realidad son adjetivos que han calificado a su prolífica carrera en cintas como Rushmore (Rushmore, 1998) Los Excéntricos Tenenbaums (The Royal Tenenbaums, 2001) y Un Reino bajo la Luna (Moonrise Kingdom, 2012), sin embargo, en su más reciente trabajo, El Gran Hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel, 2014), Anderson da un gran paso y ofrece su obra más madura y también su cinta más accesible.
Los exóticos universos que el director crea como escenario de su historia, así como el uso de colores pastel y texturas clásicas han sido una constante en su filmografía y en cada cinta esta experimenta una mejoría, en este caso no es la excepción. Con el apoyo de Stephen O. Gessler (Inglorious Basterds, 2009) en el diseño de arte y su colaborador habitual, Robert D. Yeoman en la fotografía, Anderson no sólo recurre a técnicas usuales en su estilo como las maquetas, el stop motion o largas tomas, sino que ocupa la tecnología a su disposición para contar una historia, por cada salto en el tiempo hay un formato de pantalla distinto; y aunque el trabajo artístico y la deliciosa partitura musical compuesta por Alexandre Desplat sean lo más vistoso del filme, su verdadera magia radica en el guión.
En tan solo noventa y nueve minutos, Anderson, inspirado en textos de Stefan Zweig, y con Hugo Guinness, en otra exitosa colaboración, toca temas como la guerra, la invasión, el noir, la confianza y la amistad con una genuina inocencia, pero también con una sólida perspicacia; el resultado, además de imaginativo, es apasionante. Prueba del crecimiento de Anderson tras la pluma es la diversidad de personajes que aborda en esta cinta, todos con una personalidad definida. Así figuran en la historia un pequeño aspirante a botones cuyo única meta es trabajar en el mejor hotel hasta que conoce a Agatha (Saoirse Ronan), una pastelera con un lunar oportunamente en forma del territorio mexicano, un codicioso hijo (Adrien Brody) que hará lo que sea por cumplir su cometido, un miedoso amo de llaves (Mathieu Amalric), un asesino despiadado (Willem Dafoe) o un controlador pero encantador concierge de hotel, ese último interpretado por un estupendo Ralph Fiennes, en un papel como el que pocas veces lo habíamos visto.
El reparto es una de las grandes virtudes del filme, en primera esencia con Tom Wilkinson, Jude Law, F. Murray Abraham, después con Fiennes, el debutante Tony Revolori, Edward Norton o Harvey Kietel, y sí, como ya es costumbre, aparecen Bill Murray, Jason Schwartzman y Owen Wilson para, una vez más encarnar a un personaje del realizador, todos con el mismo ritmo.
En unas cuantas décadas de historia, el esplendor del Grand Budapest Hotel, por su nombre en inglés, comienza a decaer, afortunadamente el cine del director, productor y guionista parece llevar el camino contrario, acercándose con su último filme a una obra maestra contemporánea; El Gran Hotel Budapest una experiencia deliciosa.
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The Grand Budapest Hotel
Estados Unidos, 2014
Dir. Wes Anderson
con Ralph Fiennes, Tony Revolori, Adrien Brody, Saoirse Ronan, Willem Dafoe
Duración: 99 minutos
Distribuye: 20th Century Fox México
Película programada en la 56 Muestra Internacional de Cine (Cineteca Nacional)
20th Century Fox México
56 Muestra Internacional de Cine
Adrien Brody
Bill Murray
El Gran Hotel Budapest
Jason Schwartzman
Ralph Fiennes
Review
Review Oscars 2015
Wes Anderson
Willem Dafoe
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