Crítica - Chicos y Guillermo ¡A Comer!

por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro

Salir del clóset no es tarea sencilla. Tienes que planear como lo vas a hacer, cuando lo vas a hacer y porque lo vas a hacer… aunque la mayoría de las veces por más que lo planees, you can’t handle the truth (como diría Jack Nicholson a Tom Cruise en A Few Good Men). Para el actor Guillaume Gallienne, ese paso no solo fue difícil, sino un enredado proceso que, en su versión cinematográfica adquiere un simpático sentido. 

Guillaume siempre ha sido diferente. En su familia, el trato siempre ha sido desigual entre sus dos hermanos (los deportistas y casi perfectos) y él (el amante del arte y de conocer otros lugares). El intercambio con su madre, también es diferente, pues para ella Guillaume es una chica, cosa que hace dudar al joven al mismo tiempo que le crea una extraña curiosidad hacia su figura materna, a quien estudia e imita. Años más tarde y después de múltiples sesiones de terapia, Guillaume ocupa el escenario de un teatro parisino para relatar la relación con su madre y su apertura sexual. 

Escrita, dirigida y protagonizada (por partida doble pues Gallienne interpreta el personaje principal y a su madre) por el actor a quién pudimos ver hace poco en Yves Saint Laurent, Chicos y Guillermo ¡A comer! (Les garçons et Guillaume, à table!, 2013) resulta ser una ligera y muy divertida obra sobre el amor sin importar las condiciones que este implique. En un año en el que cintas como La Vida de Adèle o El Extraño del Lago golpearon a la cinematografía francesa, Gallienne recrea su vida con humor, con un genuino toque de fantasía y con una destacable mirada hacia su crecimiento como ser humano, fuera de las etiquetas que la sexualidad pueda permitir.

En poco menos de una hora y media, Gallienne ocupa la pantalla y el escenario ficticio de la cinta, como un catártico medio, en el que el espectador no puede evitar entrar en todos los enredos que experimenta (mención especial a aquellas escenas en el spa vacacional) y ser parte del descubrimiento de su identidad. Con el estreno de una de las películas más exquisitas del pasado Tour de Cine de Francés, no queda más que pedir que todos nos sentemos a la mesa y podamos disfrutar del gran banquete fílmico que sólo una persona ha creado.

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