Crítica - Elvira, te daría mi Vida pero la estoy Usando

por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro

“Voy por cigarros”. Esa es la última frase que Elvira escucha de su marido antes de que este salga a la mitad de la noche. Al día siguiente, las sábanas vacías son el primer testigo del engaño del que acaba de ser objeto la ferviente esposa y madre. Elvira (interpretada por Cecilia Suárez) comienza a buscar a su esposo en los lugares comunes: la farmacia, el billar, su trabajo; nada. Su preocupación es evidente, pero esta desaparece de su rostro en cuanto su molesta vecina aparece en su puerta. Elvira es una mujer de apariencias, pero también es una mujer de armas tomar, solo que eso aún no lo sabe.

Con un título tan largo como a los que nos tiene acostumbrados, el realizador Manolo Caro regresa al cine con su tercer filme: Elvira, te daría mi Vida pero la Estoy Usando (2015), un trabajo interesante para un director que se ha ganado a pulso ese adjetivo. Presentada en el pasado Festival de Cine de Morelia, la película cuenta la odisea de Elvira por encontrar a su esposo. Quiere respuestas, quiere saber por qué se fue tan intempestivamente, por qué se llevó los ahorros familiares, quién es el chico al que abraza en una serie de fotos instantáneas.

En su filme más sencillo y curiosamente, el más ambicioso, Caro decide ocupar la historia de una mujer engañada para salir de su zona de confort y entregarse a un drama convincente. Con un evidente crecimiento en sus capacidades narrativas y directivas, el también director de No sé si cortarme las Venas o Dejármelas Largas y Amor de mis Amores parece alinear su trama para acabar con su personaje principal sorpresa tras sorpresa. Sin embargo no es el único responsable del sufrimiento de su Elvira, Cecilia Suárez también lleva parte de esa culpa, o mejor dicho reconocimiento.

Suárez, quien pocas veces había tenido una oportunidad tan descarada para destacar, brilla con su personaje. En los más de cien minutos de duración del filme, la actriz entra en el papel y vive sus sufrimientos, sus gozos, sus risas y sus catarsis. Acompañándola, Luis Gerardo Méndez se roba la pantalla en ocasiones con su curioso personaje. Si no fuera por la distancia y la cercanía mostrada entre ambos, el filme no podría funcionar tan correctamente como ahora lo hace.

Hace un par de años, Manolo Caro se convertía en una promesa para el teatro y el cine. Hoy, el realizador sigue prometiendo y sigue cumpliendo; ahora en una nueva área de exploración. Elvira es un triunfo para Manolo y, debe ser dicho, para todos los espectadores mexicanos.