Crítica - Los Cuatro Fantásticos


Fantastic Four
Dir. Josh Trank

La última escena de Los Cuatro Fantásticos (Fantastic Four, 2015) resume a la perfección el sentimiento que el filme deja en los espectadores al momento de abandonar la butaca. Después de cumplir con su misión (salvar al mundo de su desaparición provocada por un poderoso portal interdimensional), el equipo formado por el hombre elástico, la mujer invisible, la antorcha humana y la Mole, comienza a preguntarse cómo podrían hacerse llamar. Antes de que alguien exclame la respuesta, la pantalla corta a negro y el título del filme aparece frente a nuestros ojos. Pasaron cien minutos para llegar a ese punto inconcluso; cien minutos en los que, básicamente, no pasó nada. ¿Cómo se puede hacer un blockbuster de verano con ese resultado?

Escrita y dirigida (o eso dicen los créditos) por Josh Trank, el tercer intento por llevar al cine (y mantener los derechos) el comic de Marvel es desesperante, pretencioso, absurdo y aburrido. En una época en la que las películas basadas en comics al fin han encontrado su tono, Los Cuatro Fantásticos luce por hacer todo mal. En un fallido punto medio entre la profundidad del Batman de Christopher Nolan (¡Maldito seas Nolan!) y la estabilidad del Universo Cinematográfico de Marvel, el segundo largometraje como director de Trank plantea una modernización a la clásica historia de Reed Richards, Ben Grimm, Sue y Johnny Storm; aquí vemos cómo se forma la amistad entre Richards y Grimm, cómo se concibe el aparato que después los llevaría a obtener sus poderes y cómo surge la idea de crear un equipo especial que luche contra cualquier eventualidad que se presente. Como idea introductoria parece que estamos ante algo interesante, sin embargo este planteamiento dura más de lo que debería, incluso para ser una película en la que se relate los orígenes de algo que se espera llegue a más de una entrega.

Trank, acompañado en esta ocasión por Simon Kinberg y Jeremy Slater en la elaboración del guión, tenía experiencia en el tema. En su primera película Chronicle: Poder sin Límites, el realizador exploraba la débil respuesta de un grupo de outsiders al obtener poderes especiales. A diferencia de Chronicle, cuyo guión es autoría del efectivo pero poco conocido Max Landis, Los Cuatro Fantásticos no tiene bien definido un estilo ni un tono conforme avanza entre su torpe historia. Iniciando en el 2007 (curiosamente el año del lanzamiento de la última Fantastic Four con Jessica Alba y el recurrente en el universo Marvel, Chris Evans) con el inicio de la amistad y proyecto eureka de Richards y Grimm, la cinta se mueve en sus primeros minutos entre una entrañable película de amistad geek con aires de los ochenta y un buen planteamiento para una historia sobre dos amigos dispuestos a cambiar el panorama de la tecnología. Si tan solo la historia pudiera haberse definido en su primer tercio, el resultado sería diferente.

Después nos movemos a la actualidad, cuando esos entrañables personajes infantiles se han convertido en Miles Teller (el chico Whiplash) y Jamie Bell (el chico Billy Elliot), un genio incomprendido y su fiel ayudante. Trank inicia su tardía historia principal con fallos casi tan molestos como su extensa duración. Una hora después, ya hemos visto al cuarteto de investigadores adquirir sus poderes y sufrir por ello, en lo que tal vez es el momento más brillante de la cinta y punto máximo del realizador en este fallido proyecto, a pesar de presentarse un tanto tarde para el desenvolvimiento de la historia. Pasada la claustrofóbica tortura del hombre bajo el montón de piedra espacial, los dolorosos gritos de desesperación de un hombre en llamas y la horrible escena cuasi bíblica de un alargado sujeto, la película pierde su rumbo entre un festín de efectos especiales de tercera categoría, el desperdicio de su único personaje femenino reducido a una secundaria figura de acción en piel de la desaprovechada Kate Mara, un villano risible (apunten la línea “There is no Victor, only Doom” como una de las peores del año) y un desagradable sabor a sabotaje interno.

Lo que en posters y trailers parecía prometedor, en la pantalla decepciona. Si 20th Century Fox editó a su gusto y mutiló la versión de Trank, el resultado se puede notar, especialmente en el último tercio del filme. Lamentablemente, Los Cuatro Fantásticos queda como un producto mediocre en manos de gente que irradia talento. Ante la pérdida de dirección, las actuaciones de Teller, Bell, Mara y un molesto Michael B. Jordan (irreconocible para todos los que lo han visto en That Awkward Moment o Fruitvale Station) se pierden entre diálogos tontos y el cada vez más recurrente conforme los créditos finales se acercan CGI. Si DC Comics ya había tenido su mayor tropiezo de este siglo con Green Lantern, una de las pocas franquicias fuera del control de Marvel pero basada en sus personajes se convierte en el nuevo ejemplo de lo que no se puede hacer, ni permitir en una película. El pecado de este malaventurado Blockbuster recae en que estamos ante algo anodino que se toma demasiado enserio así mismo.

Quizá el mayor problema de Los Cuatro Fantásticos fue la expectativa que generó antes de su estreno, quizá fue el tono con el que se contó la historia, quizá fue el poco interés que genera la trama, podríamos seguir enumerando quizás y no encontrar cual es el principal punto débil (de entre todos los que tiene) del filme. Lo cierto es que, cien minutos después de su inicio, Fantastic Four se convierte en una decepción y también en un ejemplo de lo que no se puede hacer con un proyecto de este tipo. Ah, regresando a la última escena, ahora se llamarán Los Cuatro Fantásticos… o tal vez deberíamos decir, se llamaron.

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Fantastic Four
Estados Unidos, 2015
Dir. Josh Trank
con Miles Teller, Kate Mara, Michael B. Jordan, Jamie Bell
Duración: 100 minutos
Distribuye: 20th Century Fox México 

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