Crítica - Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas


Valerian and the City of a Thousand Planets
Dir. Luc Besson

por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro

Una de las cosas que invariablemente caracterizan al cine del realizador francés Luc Besson es su constante caída en los excesos. Por ejemplo, en El Quinto Elemento, una cinta de acción poco entendida en su momento que se convirtió con el tiempo en un clásico de culto, Besson jugaba con una trama alocada interrumpida por escenas absurdas y personajes que literalmente pedían a gritos la atención del público (Chris Tucker arriesgando su carrera, más fluctuante que el precio del dolar) cuando el argumento se iba por un túnel paralelo a lo que veíamos en pantalla; en la ignorada trilogía de Arthur et les Minimoys, el director se aventuró en el mundo de la animación con desconocimiento y un guión tan predecible y aburrido que fue capaz de sepultar la presencia de personajes como Madonna o Bowie y en Lucy, su último trabajo en los Estados Unidos, el también responsable de Nikita y El Perfecto Asesino contaba con una premisa interesante que caía libremente en el estúpido último acto del filme, donde conversaciones filosóficas sobre la existencia, secuencias filmadas por la misma pretensión que mueve al peor Lars Von Trier y un final sinsentido sepultaban toda la acción y sensualidad que Scarlett Johansson había conseguido manejar por más de una hora.

Por eso, llevar al cine un proyecto como Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas (Valerian and the City of a Thousand Planets, 2017) era una oportunidad irresistible para Besson pues, además de ser un admirador del cómic donde se basa el filme desde su juventud, cabía la posibilidad de llevar todos sus excesos y ambiciones sin desentonar con el cometido. Con el filme, una de las producciones más caras en la historia del cine francés, el realizador logra lo que busca en cierta forma, ejecutando una odisea espacial excesiva, desafortunadamente la alucinante primera mitad de la cinta se sofoca con su última parte, cuando todo aquello con lo que Besson contaba actúa en su contra, mostrando a un director caprichoso y sin control.

Situada a miles de años a la distancia, la película sigue la historia de los agentes Valerian (Dane DeHaan) y Laureline (Cara Delevingne), enviados por el Ministerio de Defensa de la Ciudad de los Mil Planetas, una estación espacial conformada con los años por múltiples especies alienígenas y terrestres, para rescatar un animal milenario que ha sido secuestrado y vendido al mejor postor en el centro comercial más grande de toda la galaxia y todas las dimensiones. Durante la misión, ambos agentes descubrirán que tal personaje es sólo una pieza más en un extraño y complicado clan que amenaza con romper el orden social que actualmente impera en el universo.

Basándose en uno de los veintiún tomos que conforman la saga de tiras cómicas francesas Valerian et Laureline de Pierre Christin y Jean-Claude Mezieres, Besson se enfrenta con su primer reto al tratar de adaptar y presentar por primera vez en el público masivo, pues la serie de cómics es poco conocida más allá de las fronteras galas, los sorprendentes universos creados por Christin y Mezieres. Con habilidad técnica notable, el cineasta se confirma como un buen creador de escenarios y atmósferas en tan sólo los primeros minutos del filme, donde con notable montaje musicalizado por Space Oddity de David Bowie explica el origen de la ciudad que da título al filme, iniciando con la misión apollo en 1975 y terminando en el siglo 28 con criaturas extravagantes habitando en el entorno. Besson sorteó su reto más difícil, lo que sigue está en sus manos.

Tras arrancar la acción con una secuencia en un universo que nos recuerda al mundo de Avatar (la creencia popular dice que el cómic original ha servido de inspiración para gente como George Lucas y James Cameron) y una imaginativa persecución a lo largo y ancho de un espacio controlado por realidad virtual, el guión del realizador comienza a engolosinarse, alargándose innecesariamente en situaciones que solo estorban en la trama y convirtiéndose poco a poco en un espectáculo desatado donde ni siquiera el abuso en el color y los efectos especiales puede rescatar al espectador de caer lentamente en un abismo narrativo. Es cierto que, a pesar de sus pésimas decisiones dramáticas, Valerian and the City of a Thousand Planets no deja de entretener, pero eso no impide percibir al filme como una oportunidad de oro perdida a antojo de quién más la necesitaba; una especie de Guardians of the Galaxy + Star Wars insensata.

Otra de las grandes cargas de la película radica en uno de sus puntos más visibles: su elenco principal, comandado por Dane DeHaan, una cara conocida en el cine independiente (The Place Beyond the Pines, Kill your Darlings) que ha sufrido un par de trastabillas en el ámbito hollywoodense (El Increíble Hombre Araña 2, La Cura Mortal) y la modelo convertida en una atractiva pero poco funcional actriz Cara Delevingne. La notable poca química entre sus protagonistas pesa, especialmente cuando se intenta plantear una historia romántica sin avisarle al espectador de cualquier roce anterior, de hecho, resulta más funcional la breve pareja conformada por DeHaan y la cantante Rihanna quien con sus movimientos en un breve baile transformista (ya verán de lo que hablo) en pantalla se roba la película.

A la mitad del camino entre un desastre y una revelación, Luc Besson logra recordarnos con Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas, el tipo de director que es; aquel que aún puede ofrecer un espectáculo visual, aquel cineasta apasionado con sus ideas creativas, aquel gran creador de escenarios increíbles y también, ese hombre al que le falta aterrizar todas sus ideas y motivaciones antes de convertirlas en su propio lastre.

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Valerian and the City of a Thousand Planets
Francia, 2017
Dir. Luc Besson
con Dane DeHaan, Cara Delevingne, Clive Owen, Rihanna
Duración: 137 minutos
Distribuye: Diamond Films México

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