El Salon Rojo: 10 años de Star Wars II


por Alejandro Aleman

Es difícil describir el sentimiento de la audiencia al momento en que terminó la proyección. Seguíamos felices, es cierto, pero el ánimo no fue el mismo. La gente no gritó, ni aplaudió. Lentamente todos fuimos dejando la sala, algunos seguían jugando con sus espadas de juguete en los pasillos. Si bien no había silencio, tampoco había el bullicio comparado con el de dos horas antes.
-Psss , ¿estuvo bien no?
-Si, la pelea con Darthmaul fue impresionante.
-Si…bueno la verdad como que esperaba más, pero seguramente en la segunda se va a poner más cabrón.
-Si, para empezar estuvo bien, ya en la segunda seguramente veremos cuando Anakin adolescente se pasa al lado oscuro, eso va a ser épico.
Esta, o una versión muy parecida a ella, era la conversación que todos teníamos al salir de la sala. Nos encontrábamos inmersos en la negación absoluta, una negación que en algunos casos duraría justamente diez años. Queríamos creer que lo que habíamos visto había sido una buena película, queríamos hacernos de una sensación parecida a la que la generación de los setenta experimentó cuando salió de ver la primera Star Wars. No fue así, y nos negábamos a aceptarlo. Sólo había un consenso general: Jar Jar Binks era el peor engendro inventado por Lucas (y pensar que llegamos a quejarnos en su momento de los Ewoks).
Más sin embargo no perdimos la esperanza. Ahí estuvimos puntuales para la segunda cinta, con la convicción de que Episode I no había estado tan mala, pero que seguramente Episode II nos haría volar la cabeza... lo peor del caso es que en cierta forma lo hizo. Si 'The Phantom Menace' había sido en realidad una película para niños, 'Attack of the clones' fue (¡horror!) una ¡¡¡chick flick!!! . Lo imposible sucedió, Anakin Skywalker, el hombre destinado a ser uno de los villanos más temibles del cine, retozando con su novia de la adolescencia -haciéndole ojitos de borrego a medio morir- en los imposibles prados del mundo digital de George Lucas. Diántres, eso dolió, eso fue -de hecho- una falta de respeto par uno de los villanos más importantes del cine. Afortunadamente, ese momento tan penoso se diluyó cuando pudimos ver al maestro Yoda empuñar -por primera vez en pantalla- una espada láser. Todos en la sala nos volvimos locos con esa escena, los gritos, los aplausos -y algunas lágrimas- no se hicieron esperar. Yoda seguía siendo nuestro maestro. Ese fue uno de los escasos momentos emocionantes de las precuelas.
Y de nuevo la negación, queríamos pensar que este episodio había estado menos malo que el primero (en realidad, con todo y la escena de Yoda creo que es el peor de las tres precuelas), todas nuestras esperanzas se volcaron con 'The Revenge of the Sith', aquí finalmente veríamos la transición de Anakin hacia el lado obscuro de la fuerza, lo veríamos transformarse en Darth Vader. Una buena noticia: el Episodio III es en efecto, el menos malo de las precuelas. es el que mejor comienza, es el más obscuro, pero no está libre de momentos vergonzosos y tonterías al por mayor, como lo es el 'nacimiento' de Darth Vader quien - muy a lo Frankestein de Boris Karloff- eleva las manos y lanza un penoso "nooooooooo" al aire cuando se entera de la muerte de su amada. Qué triste.
Curiosamente, el sentimiento al salir del tercer episodio es de alivio. Termina tendiendo los puentes hacia el Episodio IV y sabemos que en ese mundo las cosas son mucho mejores.
Y a diez años del Episodio I vale hacer la pregunta: ¿dónde estuvo el error?, ¿quién es el culpable de este desastre?. Creo que valdría la pena enumerar las razones de la debacle:
1.- Los actores.
Uno de los elementos que hizo que funcionaran tan bien los tres primeros episodios fue la inclusión de actores desconocidos. Su novatez se compensaba con pasión y frescura; pero más importante aún, compartían esa falta de experiencia con su director, un joven Lucas al que volvieron loco en la filmación -a decir de él mismo- con su comportamiento por momentos infantil en el set. Si bien era cierto que los actores siempre se quejaron de la forma de dirigir de Lucas, o de esos diálogos tan incoherentes que los hacía decir ('vamos George, es fácil escribir estas cosas, pero te reto a que tu las digas' le decía un joven y desparpajado Harrison Ford a un desesperado George Lucas), justamente su inexperiencia no les daba licencia a enojarse o tomar actitud de diva. Todos estaban en el mismo barco, ellos intentando forjarse un nombre, Lucas intentando hacer realidad su película soñada de manera independiente.
En cambio, las precuelas estaban plagadas de actores ya con una trayectoria sólida en el cine: Natalie Portman, Ewan McGregor, Liam Neeson, Chrsitopher Lee, Samuel L. Jackson, entre otros. Y esto, al final, terminó siendo más un problema que un valor agregado. Son ya conocidas las quejas de -por ejemplo- Liam Neeson, que llegó a fastidiarse de actuar frente a la nada "todo será por computadora al final, es frustrante" declararía en alguna entrevista. El propio Ewan McGregor diría que su emoción inicial por participar en algo tan importante como Star Wars, se desvanecería rápidamente al darse cuenta de que todo se reduce a estar frente a una pantalla azul, decir tus líneas al aire, corte, y esperar a que estuviera listo el set para la siguiente toma.
Ese malestar se nota en la pantalla. Ningún personaje en las precuelas se ve natural - bueno, ni R2D2- en algún momento todos recitan sus líneas, nunca son naturales, la película nunca se vuelve una parte de ellos, como si lo fue para Mark, Carrie, Harrison, Anthony, Kenny y Peter. Al volverse parte de ellos, la cinta se volvió una parte de nosotros mismos; no así las precuelas que siempre se ven ajenas y artificales.
2.- El director.
Lo cual evidentemente nos lleva a la dirección. Aquí es donde los fans pueden -si gustan- acribillarme, pero hay cosas que se tienen que decir: George Lucas no es un buen director, probablemente nunca lo fue. No sabe dirigir actores (le dan flojera), se desespera con facilidad y sus únicas indicaciones son: 'más rápido, más intenso'. Cuando dirigió la primera Star Wars, más que un director era un líder, un rebelde. Justo como su héroe - Lule Skywalker- Lucas en aquel entonces estaba enfrentándose contra los grandes estudios que no le permitían la libertad creativa que el tanto añoraba, ellos eran el imperio obscuro, él y su generación eran la alianza rebelde. Al final, su osadía tuvo éxito a un grado tal que él mismo fundó su imperio, Lucas se ha convertido en aquello contra lo que luchaba.
Tal vez las cosas no hubieran ido tan mal en las precuelas si, como en la saga original, hubiera cedido la silla de director a alguien más competente. La elección lógica hubiese sido su amigo, Steven Spielberg; de hecho fueron insistentes los rumores de que él dirigiría dos de las tres precuelas, pero todo quedó en eso, en rumores. ¿Se imaginan lo que podría haber hecho alguien como Spielberg con el universo Star Wars?, las posibilidades se antojaban ilimitadas.
3.- Son las computadoras, ¡estúpido!.
Cegado con su poder digital, George Lucas dejó todo al mando de las computadoras: los escenarios, las escenas de riesgo, las naves y hasta los personajes, todo estaba hecho por computadora. Incluso si una actuación no le convencía, no importaba, él sabía que todo era manipulable en la sala de edición. Por culpa de esa necedad por resolver todo mediante la computadora es que soportamos engendros como Jar Jar Binks, el General Grivous, el Conde Doku (ok, se supone que este personaje era Christopher Lee, pero en realidad el solo prestaba su cabeza y su voz que eran añadidos digitalmente al cuerpo de un actor que si pudiera hacer las acrobacias imposibles que el personaje requería), la familia Hutt, las mosquitas del Episodio II y demás engendros computarizados. Mención especial merece el pobre de R2D2 que en esta saga sufre de complejo de navaja suiza, sacando de la nada toda clase de aditamentos que hubiesen sido muy útiles en la saga original y que por alguna "extraña razón" nunca saca en las tres primeras cintas.
Las limitantes del cine de los 70's obligaron al Joven Lucas a darle la vuelta a las circunstancias e ingeniárselas -él y su equipo- para lograr escenas de batalla creíbles y emocionantes, personajes memorables como Yoda (que no era más que un muppet), Chewbacca (que no era más que un man in a suit) o el misterioso Jabba the Hutt (otro muppet enorme), bueno, hasta los Ewoks están padres en comparación a tanto personaje digital. Esas limitantes dotaron a la cinta de algo que no provee la computadora: un alma. Ahora, hasta las batallas en espada láser se ven falsas, el sable de luz dejó de ser esa arma 'elegante, para tiempos más civilizados' que presumía Obi-Wan.
4.- En realidad es nuestra culpa.
Y por último, cabría aceptar nuestra parte de culpa.
Parte de lo que hacía fascinante a la saga original era el halo de misterio que la rodeaba: Obi-Wan nos hablaba con nostalgia de una guerra (la famosa Clone Wars) que nunca veríamos, nos hablaba con dolor de su amigo Anakin ('el mejor piloto de la galaxia') sin mostrarnos una foto; Han nos contaba de sus aventuras pasadas, de aquella carrera en la que ganó el Halcón Milenario; C3PO presumía de las muchas batallas en las que él y su amigo R2D2 habrían participado. Pero nada de lo anterior se mostraba en pantalla, todo ello funcionaba para darle profundidad a la película. El deseo -propio del fan- de que todo ello nos fuera revelado era el equivalente a pedirle al mago que nos enseñara el truco; el problema es que aquí, tanto el mago como el publico, estaban ansiosos por mostrar y ser testigos de aquello que debió quedar sólo en la imaginación. Nosotros somos coparticipes del desastre en nuestro deseo desmedido por tener más Star Wars en el cine.
El daño está hecho. La buena noticia es que Lucas ya habría dicho que no pretende hacer los tres episodios restantes (Ep. VII, VIII, y IX), aunque evidentemente $iempre habrá razone$ como para que cambie de opinión. La ventaja es que, no importa lo que haga Lucas, siempre podremos regresar a las tres primeras cintas, aunque para ver la versión original de las mismas tengamos que recurrir al VHS, ya que, como todos sabemos, Han disparó - y siempre disparará- primero.

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