Terminator Genisys
Dir. Alan Taylor
por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro
Han pasado treinta y un años desde el estreno de la primera entrega de Terminator, aquella cinta de ciencia ficción con un toque de la serie B que en esos tiempos se producía, que sorprendía a propios y extraños en la temprana primera mitad de los ochenta. La película, además de catapultar a la fama a Arnold Schwarzenegger y al poco conocido director / autor James Cameron, marcó un antes y después para las películas de acción. Han pasado treinta y un años desde la primera promesa que el T-800 hizo a un oficial detrás de un cristal y con Terminator Génesis (Terminator Genisys, 2015) esa promesa finalmente se cumple; ha vuelto. Sin embargo, el regreso de uno de los personajes iconos del cine se da una película convenientemente entretenida (apenas para ser un gran blockbuster de verano) pero que se siente obsoleta, más no vieja.
Es el año 2032, han pasado cerca de tres lustros desde que Skynet desató una guerra atómica que acabó con la mayoría de la humanidad y puso al mundo bajo el control de las máquinas. La resistencia, liderada por John Connor (Jason Clarke) está a punto de derrotar al sistema e iniciar la reparación del planeta, pero cuando su plan parece haber funcionado, descubre que Skynet ha enviado a un peligroso robot para asesinar a su madre (Emilia Clarke) en el pasado y así acabar con cualquier esperanza de triunfo por parte de los humanos en el futuro. Dispuesto a sacrificar su vida por su mentor y amigo, el soldado Kyle Reese (Jai Courtney) viaja a 1984 para rescatar a Sarah Connor, sin considerar que la mujer no es tan indefensa como le habían dicho, pues entre muchas armas a su favor tiene a un T-800 (Arnold Schwarzenegger) que también ha sido enviado para salvar a la madre del líder futurista.
Innecesariamente rebuscada, Terminator Génesis podría haber funcionado con un mejor trato en el argumento y en la promoción del mismo. Jugando entre tiempos e ignorando las últimas dos películas que se habían hecho del personaje (algo que a X-Men: Días del Futuro Pasado si le había salido bien), el guión escrito por Laeta Kalogridis y Patrick Lussier inicia con una prometedora primicia y nos ubica entre las dos películas que James Cameron había dirigido sobre el personaje. En esa parte, cuando el ya insoportable actor Byung-Hun Lee encarna a un villano conocido por los fans y espectadores, la película tiene los ingredientes seguros para funcionar. Entonces es cuando la primer vuelta de tuerca (si, hay más de una y cada una es más predecible que la anterior) en el guión aparece y la película se convierte en una serie de sin sentidos en los que lo único rescatable es el manejo de la acción de Alan Taylor y la participación del T-800 original.
Más allá de su desafortunada trama y de secuencias de acción bien ejecutadas con buenos efectos de sonido y pobres efectos especiales (nada más alejado que la revolución causada por Terminator 2: Judgment Day en sus tiempos), Terminator Genisys sirve como vehículo de lucimiento para Emilia Clarke, princesa de dragones convertida en una mujer difícil de aniquilar (pero fácil de enamorar) y Arnold Schwarzenegger, quien en realidad más que un homenaje o una reposición de su personaje, está interpretando a una convincente parodia del mismo, al que le cuesta trabajo hablar sencillamente, actuar ante la sociedad pero que reconoce que aunque es viejo no es obsoleto.
Con un argumento que de no haber salido desde el segundo trailer tal vez pudo haber funcionado mejor, Terminator Génesis se queda en las carteleras como una película de acción más. En cierta ocasión, James Cameron dijo que esta es la película que debería ser considerada como la tercera entrega de la saga que el inició en 1984; si eso es lo que el director rompe taquillas por excelencia consideraba como el lógico tercer paso a dar, lo mejor fue que la franquicia protagonizada por Linda Hamilton y el otrora Governator se mantuviera en silencio hasta que un director menor viniera a destruirla. Desafortunadamente en el cine, no existen formas de hacer que dos películas irregulares, ahora tres, jamás existieron.
Es el año 2032, han pasado cerca de tres lustros desde que Skynet desató una guerra atómica que acabó con la mayoría de la humanidad y puso al mundo bajo el control de las máquinas. La resistencia, liderada por John Connor (Jason Clarke) está a punto de derrotar al sistema e iniciar la reparación del planeta, pero cuando su plan parece haber funcionado, descubre que Skynet ha enviado a un peligroso robot para asesinar a su madre (Emilia Clarke) en el pasado y así acabar con cualquier esperanza de triunfo por parte de los humanos en el futuro. Dispuesto a sacrificar su vida por su mentor y amigo, el soldado Kyle Reese (Jai Courtney) viaja a 1984 para rescatar a Sarah Connor, sin considerar que la mujer no es tan indefensa como le habían dicho, pues entre muchas armas a su favor tiene a un T-800 (Arnold Schwarzenegger) que también ha sido enviado para salvar a la madre del líder futurista.
Innecesariamente rebuscada, Terminator Génesis podría haber funcionado con un mejor trato en el argumento y en la promoción del mismo. Jugando entre tiempos e ignorando las últimas dos películas que se habían hecho del personaje (algo que a X-Men: Días del Futuro Pasado si le había salido bien), el guión escrito por Laeta Kalogridis y Patrick Lussier inicia con una prometedora primicia y nos ubica entre las dos películas que James Cameron había dirigido sobre el personaje. En esa parte, cuando el ya insoportable actor Byung-Hun Lee encarna a un villano conocido por los fans y espectadores, la película tiene los ingredientes seguros para funcionar. Entonces es cuando la primer vuelta de tuerca (si, hay más de una y cada una es más predecible que la anterior) en el guión aparece y la película se convierte en una serie de sin sentidos en los que lo único rescatable es el manejo de la acción de Alan Taylor y la participación del T-800 original.
Más allá de su desafortunada trama y de secuencias de acción bien ejecutadas con buenos efectos de sonido y pobres efectos especiales (nada más alejado que la revolución causada por Terminator 2: Judgment Day en sus tiempos), Terminator Genisys sirve como vehículo de lucimiento para Emilia Clarke, princesa de dragones convertida en una mujer difícil de aniquilar (pero fácil de enamorar) y Arnold Schwarzenegger, quien en realidad más que un homenaje o una reposición de su personaje, está interpretando a una convincente parodia del mismo, al que le cuesta trabajo hablar sencillamente, actuar ante la sociedad pero que reconoce que aunque es viejo no es obsoleto.
Con un argumento que de no haber salido desde el segundo trailer tal vez pudo haber funcionado mejor, Terminator Génesis se queda en las carteleras como una película de acción más. En cierta ocasión, James Cameron dijo que esta es la película que debería ser considerada como la tercera entrega de la saga que el inició en 1984; si eso es lo que el director rompe taquillas por excelencia consideraba como el lógico tercer paso a dar, lo mejor fue que la franquicia protagonizada por Linda Hamilton y el otrora Governator se mantuviera en silencio hasta que un director menor viniera a destruirla. Desafortunadamente en el cine, no existen formas de hacer que dos películas irregulares, ahora tres, jamás existieron.
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Terminator Genisys
Estados Unidos, 2015
Dir. Alan Taylor
con Emilia Clarke, Arnold Schwarzenegger, Jason Clarke, Jai Courtney
Duración: 126 minutos
Distribuye: Paramount Pictures México
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