Brooklyn
Dir. John Crowley
por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro
Siempre hay algo que nos gusta en las personas aunque estas parezcan ser de inicio los seres más convencionales en el mundo, lo mismo pasa con las películas. Podemos detectar sus intenciones, sus influencias, sus componentes y aún caer enamorados poco a poco casi sin darnos cuenta. Así como en el amor (tan solo piensen en la última vez que se enamoraron), el cine siempre nos puede sorprender con algo que no esperamos y que, en el último momento, nos atrapa, nos eleva, nos encanta, nos destruye y nos deja ya sea sonriendo o llorando; algo que curiosamente sucede con Brooklyn: Un Nuevo Hogar (Brooklyn, 2015), una dulce película cuyo encanto radica en su convencionalidad cautivadora.
Después de encontrarse estancada en su pequeño poblado, la joven irlandesa Ellis Lacey (Saoirse Ronan) abandona a su madre y hermana y se embarca hacia Brooklyn, el primer punto de encuentro que los inmigrantes europeos tienen con Estados Unidos, una atractiva cuna de oportunidades. Sin amigos ni familia cerca, Ellis comienza a buscar su hogar en ese nuevo lugar, consigue un trabajo como vendedora en una lujosa tienda departamental, asiste a clases de contaduría en las noches y se convierte en la mejor inquilina de la casa de Ma Kehoe (Julie Walters). Una noche, en un aburrido baile conoce a Tony (Emory Cohen), un tímido plomero hijo de italianos que poco a poco comienza a enamorarla. Después de un par de semanas de soledad y tristeza, Ellis al fin comienza a construir su nueva vida, todo hasta que una tragedia familiar la obliga a regresar a Irlanda.
Basada en la novela homónima escrita por Colm Tóibín, Brooklyn es una película como las que ya no se hacen, elegante, conmovedora y franca. Partiendo en el lado oriente del Océano Atlántico, el filme dirigido por John Crowley comienza a desarrollarse como la historia de una mujer que no se encuentra en el nuevo lugar que tiene que ocupar, que sufre y llora al recordar a la familia que dejo atrás y que en silencio vive el día a día, después, con la aparición de un sujeto a la Marlon Brando, la cinta toma fuerza y comienza a narrar la construcción de una vida, el primer encuentro, el primer te amo (con dudas, como deben ser) y la primera vez en intimidad.
Con cada minuto que pasa en la cinta, Crowley muestra con control, la transformación de una joven irlandesa. Con cuidado, el realizador muestra a su protagonista vomitando en el primer viaje en barco de su vida, mostrándose nerviosa en aduana, buscando números entre calles desconocidas; después cuando la historia de una migrante pasa a ser el inicio de un romance, vemos cambiar la personalidad de la joven. El guión, adaptado por Nick Hornby (conocido en la literatura por sus historias contemporáneas sobre hombres y en cine por sus dos, ahora tres, hábiles retratos de las mujeres), mantiene la estructura del cine de los años cincuenta y adquiere veracidad con ello, pues al más puro estilo del cine de los cincuenta, Brooklyn presenta una historia de amor clásica.
Se podrían mencionar muchos aspectos técnicos a destacar en la cinta, el diseño de arte de Robert Parle y la música compuesta por Michael Brook ayudan a entonar en la época descrita, sin embargo hay dos elementos que se convierten en la razón de ser de Brooklyn, en su alma y espíritu: Saoirse Ronan y Emory Cohen. Ronan, conocida por Atonement o por ser la chica del lunar geográfico en The Grand Budapest Hotel, es un acierto en el filme; evoluciona con el personaje. En el filme, Ronan se convierte completamente en Ellis Lacey, tiene el cuerpo en Brooklyn y el corazón en Irlanda, y gracias a la fotografía de Yves Bélanger se puede notar el dolor en su mirada y poco a poco su cambio definitivo, sin una actriz como Ronan (quizá este sea el mejor papel de su corta pero prominente carrera) y el acompañamiento del encantador Emory Cohen, el filme sería sentimentalmente menor.
Visto de una forma, Brooklyn: Un Nuevo Hogar es un precioso retrato de la vida, del amor y un latente homenaje al romance de antaño, al cine de antaño. Tal vez con el filme recuerden cuando fue la última vez que se enamoraron, sonrían y lloren o quizá la película sea la encargada de enamorarlos, ustedes decidirán el final; nuestra protagonista ya lo hizo frente a nosotros.
Después de encontrarse estancada en su pequeño poblado, la joven irlandesa Ellis Lacey (Saoirse Ronan) abandona a su madre y hermana y se embarca hacia Brooklyn, el primer punto de encuentro que los inmigrantes europeos tienen con Estados Unidos, una atractiva cuna de oportunidades. Sin amigos ni familia cerca, Ellis comienza a buscar su hogar en ese nuevo lugar, consigue un trabajo como vendedora en una lujosa tienda departamental, asiste a clases de contaduría en las noches y se convierte en la mejor inquilina de la casa de Ma Kehoe (Julie Walters). Una noche, en un aburrido baile conoce a Tony (Emory Cohen), un tímido plomero hijo de italianos que poco a poco comienza a enamorarla. Después de un par de semanas de soledad y tristeza, Ellis al fin comienza a construir su nueva vida, todo hasta que una tragedia familiar la obliga a regresar a Irlanda.
Basada en la novela homónima escrita por Colm Tóibín, Brooklyn es una película como las que ya no se hacen, elegante, conmovedora y franca. Partiendo en el lado oriente del Océano Atlántico, el filme dirigido por John Crowley comienza a desarrollarse como la historia de una mujer que no se encuentra en el nuevo lugar que tiene que ocupar, que sufre y llora al recordar a la familia que dejo atrás y que en silencio vive el día a día, después, con la aparición de un sujeto a la Marlon Brando, la cinta toma fuerza y comienza a narrar la construcción de una vida, el primer encuentro, el primer te amo (con dudas, como deben ser) y la primera vez en intimidad.
Con cada minuto que pasa en la cinta, Crowley muestra con control, la transformación de una joven irlandesa. Con cuidado, el realizador muestra a su protagonista vomitando en el primer viaje en barco de su vida, mostrándose nerviosa en aduana, buscando números entre calles desconocidas; después cuando la historia de una migrante pasa a ser el inicio de un romance, vemos cambiar la personalidad de la joven. El guión, adaptado por Nick Hornby (conocido en la literatura por sus historias contemporáneas sobre hombres y en cine por sus dos, ahora tres, hábiles retratos de las mujeres), mantiene la estructura del cine de los años cincuenta y adquiere veracidad con ello, pues al más puro estilo del cine de los cincuenta, Brooklyn presenta una historia de amor clásica.
Se podrían mencionar muchos aspectos técnicos a destacar en la cinta, el diseño de arte de Robert Parle y la música compuesta por Michael Brook ayudan a entonar en la época descrita, sin embargo hay dos elementos que se convierten en la razón de ser de Brooklyn, en su alma y espíritu: Saoirse Ronan y Emory Cohen. Ronan, conocida por Atonement o por ser la chica del lunar geográfico en The Grand Budapest Hotel, es un acierto en el filme; evoluciona con el personaje. En el filme, Ronan se convierte completamente en Ellis Lacey, tiene el cuerpo en Brooklyn y el corazón en Irlanda, y gracias a la fotografía de Yves Bélanger se puede notar el dolor en su mirada y poco a poco su cambio definitivo, sin una actriz como Ronan (quizá este sea el mejor papel de su corta pero prominente carrera) y el acompañamiento del encantador Emory Cohen, el filme sería sentimentalmente menor.
Visto de una forma, Brooklyn: Un Nuevo Hogar es un precioso retrato de la vida, del amor y un latente homenaje al romance de antaño, al cine de antaño. Tal vez con el filme recuerden cuando fue la última vez que se enamoraron, sonrían y lloren o quizá la película sea la encargada de enamorarlos, ustedes decidirán el final; nuestra protagonista ya lo hizo frente a nosotros.
***+
Brooklyn
Irlanda, 2015
Dir. John Crowley
con Saoirse Ronan, Emory Cohen, Domhnall Gleeson, Julie Walters
Duración: 111 minutos
Distribuye: Cinépolis Distribución
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