Cuatro Lunas
Dir. Sergio Tovar Velarde
por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro
Hace un par de años al recibir el Ariel a Mejor Documental por Quebranto, el director Roberto Fiesco recordó cómo, al principio de su carrera el IMCINE le había negado participar en sus proyectos ya que un funcionario pensaba que el estado no tenía que apoyar “películas para maricones”. Del México de este entonces al escenario donde hoy se escribe esto, la situación no ha cambiado mucho. La dupla que Fiesco y el director Julián Hernández hicieron a principios del 2000 los ha llevado a triunfar en el Festival de Berlín y presentar sus películas en muchos rincones del planeta, excepto en su país de origen. La pequeña y valiente Todo el Mundo tiene a Alguien Menos Yo, ópera prima de Raúl Fuentes, tampoco tuvo una gran exhibición a pesar de que casi coincidió en estreno con La Vida de Adele, incluso algunas grandes cintas extranjeras como Tom en el Granero, El Extraño del Lago y la antes mencionada película ganadora de la Palma de Oro, jamás se pudieron quitar el estigma del “cine gay”. Por eso sorprende que una propuesta como Cuatro Lunas (2013), el segundo trabajo como director de Sergio Tovar Velarde, haya generado tantos comentarios positivos antes de su estreno este fin de semana.
Contando cuatro historias diferentes y sin aparente conexión entre ellas, Tovar Velarde intenta retratar a una comunidad que cada vez se da a notar más. Una pareja de novios cuya relación peligra cuando entra uno más, un poeta retirado que busca obtener el dinero para pagarle a un joven sin importarle que ese monto venga del fondo para los regalos de navidad de sus hijas y nietos, un pequeño niño que descubre sus gustos al convivir con su pesado primo mayor y una pareja de amigos que después de reencontrarse intentan establecer algo serio aunque los dos sigan en el clóset, son las historias que el director y escritor hábilmente recauda en su guion, sin embargo al momento de pasar la idea al celuloide, esta se diluye gracias a su inevitable fórmula melodramática digna de una mala telenovela.
Ante los cuatro cuadros que el director tiene las opciones a analizar son muchas; la mayoría propias de nuestra sociedad. Ahí está el mayor error de Cuatro Lunas, su irregularidad está más allá del mensaje que pudo o que incluso quería dar. No hay que negar que la película tiene sus momentos, como aquella escena entre dos amantes primerizos o esa en la que, con el control de Herminio Gutierrez en la supervisión musical, JB de Torreblanca ilustra el quiebre de una relación que tenía tiempo que no funcionaba. La honestidad y la intensión de la propuesta siempre será algo que en nuestro cine se tendrá que agradecer y en Cuatro Lunas ese es, desafortunadamente, su único logro, ser una película sobre el amor en cuatro diferentes versiones protagonizadas todas por hombres.
El guion, tibio por momentos y desmedido en otros, fluye con tranquilidad en las historias donde Alejandro de la Madrid, Gustavo Egelhaaf y César Ramos toman el rol principal; se queda corto en la historia donde bien se pudo haber explorado el difícil momento en el que un pequeño se abre frente a sus padres (poco preparados para ello naturalmente) y se cae en el afán de contar una historia en la que el closet atrapó a uno de sus personajes quizá por demasiado tiempo. Algo que vale la pena mencionar es el cast de soporte de la película, que ante la inexperiencia de algunos de sus elementos (Alejandro Belmonte debe ser un gran escort pero un malísimo actor) sobresalen, siendo Mónica Dionne, Karina Gidi y Juan Manuel Bernal (El antes Padre Maciel convertido en un homófobo padre de familia) los más destacables.
En fin, más allá del ridículo grito de apoyar al cine mexicano sólo por ser cine mexicano, uno diría que en el caso de Cuatro Lunas lo mejor es verla si se quiere ver o de lo contrario evitarla. Tal vez en algún momento el cine nacional nos sorprenda con otra fresca propuesta, pero ojalá esta esté mejor aterrizada.
Contando cuatro historias diferentes y sin aparente conexión entre ellas, Tovar Velarde intenta retratar a una comunidad que cada vez se da a notar más. Una pareja de novios cuya relación peligra cuando entra uno más, un poeta retirado que busca obtener el dinero para pagarle a un joven sin importarle que ese monto venga del fondo para los regalos de navidad de sus hijas y nietos, un pequeño niño que descubre sus gustos al convivir con su pesado primo mayor y una pareja de amigos que después de reencontrarse intentan establecer algo serio aunque los dos sigan en el clóset, son las historias que el director y escritor hábilmente recauda en su guion, sin embargo al momento de pasar la idea al celuloide, esta se diluye gracias a su inevitable fórmula melodramática digna de una mala telenovela.
Ante los cuatro cuadros que el director tiene las opciones a analizar son muchas; la mayoría propias de nuestra sociedad. Ahí está el mayor error de Cuatro Lunas, su irregularidad está más allá del mensaje que pudo o que incluso quería dar. No hay que negar que la película tiene sus momentos, como aquella escena entre dos amantes primerizos o esa en la que, con el control de Herminio Gutierrez en la supervisión musical, JB de Torreblanca ilustra el quiebre de una relación que tenía tiempo que no funcionaba. La honestidad y la intensión de la propuesta siempre será algo que en nuestro cine se tendrá que agradecer y en Cuatro Lunas ese es, desafortunadamente, su único logro, ser una película sobre el amor en cuatro diferentes versiones protagonizadas todas por hombres.
El guion, tibio por momentos y desmedido en otros, fluye con tranquilidad en las historias donde Alejandro de la Madrid, Gustavo Egelhaaf y César Ramos toman el rol principal; se queda corto en la historia donde bien se pudo haber explorado el difícil momento en el que un pequeño se abre frente a sus padres (poco preparados para ello naturalmente) y se cae en el afán de contar una historia en la que el closet atrapó a uno de sus personajes quizá por demasiado tiempo. Algo que vale la pena mencionar es el cast de soporte de la película, que ante la inexperiencia de algunos de sus elementos (Alejandro Belmonte debe ser un gran escort pero un malísimo actor) sobresalen, siendo Mónica Dionne, Karina Gidi y Juan Manuel Bernal (El antes Padre Maciel convertido en un homófobo padre de familia) los más destacables.
En fin, más allá del ridículo grito de apoyar al cine mexicano sólo por ser cine mexicano, uno diría que en el caso de Cuatro Lunas lo mejor es verla si se quiere ver o de lo contrario evitarla. Tal vez en algún momento el cine nacional nos sorprenda con otra fresca propuesta, pero ojalá esta esté mejor aterrizada.
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Cuatro Lunas
México, 2013
Dir. Sergio Tovar Velarde
con Antonio Velázquez, Alejandro de la Madrid, César Ramos, Gustavo Egelhaaaf
Duración: 110 minutos
Distribuye: Independiente
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