Fifty Shades of Grey
Dir. Sam Taylor-Johnson
por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro
Hace un par de años, la industria editorial se enfrentó a un fenómeno inesperado. Con tapa azul y una corbata gris, Cincuenta Sombras de Grey, primer trabajo de la novata E.L. James, abarrotó los estantes de librerías y tiendas rompiendo toda clase de récords. En un principio todos caímos en la trampa, la en apariencia provocativa historia sobre una joven que se enamoraba de un apuesto millonario cuyas aficiones secretas eran más que un simple juego se vendía como pan caliente y Hollywood, como es su costumbre, se apuntó en el barco para traer la historia a la pantalla grande.
Después de un largo proceso que involucró el duelo entre productoras por los derechos, la salida del protagonista principal y las altas expectativas que rodeaban al filme, no solo por las asiduas lectoras de la saga literaria, llega por fin a las carteleras Cincuenta Sombras de Grey (Fifty Shades of Grey, 2015) un trabajo políticamente correcto que, afortunadamente, resulta no ser tan malo como su versión escrita.
Anastasia Steele (Dakota Johnson) es una ordinaria chica universitaria que ve cambiar su vida cuando, en ausencia de su roomie, entrevista al atractivo empresario Christian Grey (Jamie Dornan). Después de una corta y tensa reunión Grey comienza a buscar a la joven, quien también cayó rendida ante los pies del millonario con solo una inquietante mirada, sin embargo el idilio duraría poco, pues Christian Grey no es quien aparenta ser, detrás de su elegante apariencia se esconde un amante del sexo rudo que ve en Anastasia a su próxima presa, o mejor dicho, sumisa.
Aceptando que la obra en la que se basa este filme no es más que un mal escrito relato, innecesariamente prolongado en tres libros, lleno de clichés y argumentado en su mayoría en las imaginativas fantasías de una aburrida mujer, vale mencionar que el filme no resulta ser tan desafortunado. Dirigido por la fotógrafa y realizadora Sam Taylor-Johnson, Cincuenta Sombras de Grey se mantiene fiel al estilo del libro y a su cometido; una versión softporn de una sucia fantasía femenina, pero que en su versión al cine adquiere cierto toque de buen gusto que no tenía el libro, convirtiendo a la experiencia en un filme entretenido y que no decepcionará a quienes leyeron los libros.
En el guión, escrito por Kelly Marcel, está uno de los componentes de la salvación fílmica del relato de E.L. James. Con un evidente cuidado, Marcel dota a los personajes de cierto encanto alejándose de las acartonadas figuras literarias y aventurándose a convertirlos en personajes provocativos. No hace falta leer sobre el tamaño del miembro de Grey, sobre la cantidad de tonterías que hace Anastasia en su presencia o sobre cómo ambos se rinden entre cuerdas y fuetes, para poder comprender la situación que la pareja está viviendo. Cosa en la que también ayuda la objetiva mirada de Taylor-Johnson, quien curiosamente aporta un elegante estilo al filme con cada cuadro que explora, apoyada en la fotografía por Seamus McGarvey y en la edición por Anne V. Coates y Lisa Gunning.
Lo que parecía ser el siguiente paso para todas aquellas que disfrutaron y amaron la saga de Crepúsculo (Twilight), en cine tiene algo más que ofrecer. Ahora, tampoco hay que creer que estamos ante la gran maravilla o que siquiera resulta ser una atrevida propuesta. La película no puede evitar relacionarse inmediatamente con su poco agraciada antecesora en papel, su predecible y por momentos cursi fórmula salta a la vista en este carnaval de provocaciones sexuales y diálogos sosos (ese en donde sale a la luz el origen de las cincuenta sombras del título ha sido una estupidez desde que la autora lo escribió en su computadora). De libros malos se han hecho buenas películas, pero este no es el caso, sin embargo a veces es mejor una película promedio pero efectiva a un estrepitoso fracaso.
Siguiendo la fórmula que dicta que el sexo vende (y vende bien), la película se ha dejado llevar por todas aquellas voces que auguraban más de dos horas de sexo explícito y en el producto final - con clasificación C en México - los resultados se encuentran a medio camino. Las cuidadas escenas de sexo con pezones y nalgas a cuadro jamás rompen con la medida de la vulgaridad, sin embargo aquellas escenas de intimidad extrema entre Steele y Grey tampoco llegan a ser lo suficientemente eróticas, los encuadres y especialmente la musicalización convierten a esos momentos en relativos escenarios cursis, algo que la historia sobre un hombre que "no hace el amor, solo coge duro" no debería permitirse, siendo quizá aquella con un remix de Crazy in Love de Beyoncé sonando en el ambiente, la más lograda de todas. Hablando del soundtrack, con canciones de Annie Lennox, Sia, The Weeknd, AWOLNATION y hasta The Rolling Stones, este se disfruta por escenas y se pierde en algunas otras, convirtiéndose solamente en un buen producto para las tiendas de discos.
La hasta ahora desonocida Dakota Johnson es la pieza central del cast y debemos decir quien mejor está en el filme. Sus tímidas participaciones in crescendo funcionan a la vez que un poco agraciado pero interesante Jamie Dornan se va ganando el papel de Grey. Johnson es quizá quien arriesga y gana más como Anastasia Steele, mientras que Dornan puede que en algún momento se sienta cómodo con el papel (menor en intensidad al que realiza en la serie de Netflix, The Fall); aunque si algo es innegable aquí es la convincente relación que ambos establecen al momento de ponerse en los zapatos (y quitarse la ropa) de la pareja Steele - Grey.
Una orden y un elevador acaban con el primer filme de la saga de Cincuenta Sombras, aunque ya todos podemos imaginarnos como va a acabar eso. Este seguro quedará como el evento del año para las fans de los libros escritos por E.L. James, mientras que los que somos ajenos al fenómeno nos quedaremos pensando, como la protagonista ante su contrato, sobre lo que acabamos de ver. Lo que es seguro es que a Christian Grey le queda un buen rato para azotar la pantalla o sumirse ante ella.
Después de un largo proceso que involucró el duelo entre productoras por los derechos, la salida del protagonista principal y las altas expectativas que rodeaban al filme, no solo por las asiduas lectoras de la saga literaria, llega por fin a las carteleras Cincuenta Sombras de Grey (Fifty Shades of Grey, 2015) un trabajo políticamente correcto que, afortunadamente, resulta no ser tan malo como su versión escrita.
Anastasia Steele (Dakota Johnson) es una ordinaria chica universitaria que ve cambiar su vida cuando, en ausencia de su roomie, entrevista al atractivo empresario Christian Grey (Jamie Dornan). Después de una corta y tensa reunión Grey comienza a buscar a la joven, quien también cayó rendida ante los pies del millonario con solo una inquietante mirada, sin embargo el idilio duraría poco, pues Christian Grey no es quien aparenta ser, detrás de su elegante apariencia se esconde un amante del sexo rudo que ve en Anastasia a su próxima presa, o mejor dicho, sumisa.
Aceptando que la obra en la que se basa este filme no es más que un mal escrito relato, innecesariamente prolongado en tres libros, lleno de clichés y argumentado en su mayoría en las imaginativas fantasías de una aburrida mujer, vale mencionar que el filme no resulta ser tan desafortunado. Dirigido por la fotógrafa y realizadora Sam Taylor-Johnson, Cincuenta Sombras de Grey se mantiene fiel al estilo del libro y a su cometido; una versión softporn de una sucia fantasía femenina, pero que en su versión al cine adquiere cierto toque de buen gusto que no tenía el libro, convirtiendo a la experiencia en un filme entretenido y que no decepcionará a quienes leyeron los libros.
En el guión, escrito por Kelly Marcel, está uno de los componentes de la salvación fílmica del relato de E.L. James. Con un evidente cuidado, Marcel dota a los personajes de cierto encanto alejándose de las acartonadas figuras literarias y aventurándose a convertirlos en personajes provocativos. No hace falta leer sobre el tamaño del miembro de Grey, sobre la cantidad de tonterías que hace Anastasia en su presencia o sobre cómo ambos se rinden entre cuerdas y fuetes, para poder comprender la situación que la pareja está viviendo. Cosa en la que también ayuda la objetiva mirada de Taylor-Johnson, quien curiosamente aporta un elegante estilo al filme con cada cuadro que explora, apoyada en la fotografía por Seamus McGarvey y en la edición por Anne V. Coates y Lisa Gunning.
Lo que parecía ser el siguiente paso para todas aquellas que disfrutaron y amaron la saga de Crepúsculo (Twilight), en cine tiene algo más que ofrecer. Ahora, tampoco hay que creer que estamos ante la gran maravilla o que siquiera resulta ser una atrevida propuesta. La película no puede evitar relacionarse inmediatamente con su poco agraciada antecesora en papel, su predecible y por momentos cursi fórmula salta a la vista en este carnaval de provocaciones sexuales y diálogos sosos (ese en donde sale a la luz el origen de las cincuenta sombras del título ha sido una estupidez desde que la autora lo escribió en su computadora). De libros malos se han hecho buenas películas, pero este no es el caso, sin embargo a veces es mejor una película promedio pero efectiva a un estrepitoso fracaso.
Siguiendo la fórmula que dicta que el sexo vende (y vende bien), la película se ha dejado llevar por todas aquellas voces que auguraban más de dos horas de sexo explícito y en el producto final - con clasificación C en México - los resultados se encuentran a medio camino. Las cuidadas escenas de sexo con pezones y nalgas a cuadro jamás rompen con la medida de la vulgaridad, sin embargo aquellas escenas de intimidad extrema entre Steele y Grey tampoco llegan a ser lo suficientemente eróticas, los encuadres y especialmente la musicalización convierten a esos momentos en relativos escenarios cursis, algo que la historia sobre un hombre que "no hace el amor, solo coge duro" no debería permitirse, siendo quizá aquella con un remix de Crazy in Love de Beyoncé sonando en el ambiente, la más lograda de todas. Hablando del soundtrack, con canciones de Annie Lennox, Sia, The Weeknd, AWOLNATION y hasta The Rolling Stones, este se disfruta por escenas y se pierde en algunas otras, convirtiéndose solamente en un buen producto para las tiendas de discos.
La hasta ahora desonocida Dakota Johnson es la pieza central del cast y debemos decir quien mejor está en el filme. Sus tímidas participaciones in crescendo funcionan a la vez que un poco agraciado pero interesante Jamie Dornan se va ganando el papel de Grey. Johnson es quizá quien arriesga y gana más como Anastasia Steele, mientras que Dornan puede que en algún momento se sienta cómodo con el papel (menor en intensidad al que realiza en la serie de Netflix, The Fall); aunque si algo es innegable aquí es la convincente relación que ambos establecen al momento de ponerse en los zapatos (y quitarse la ropa) de la pareja Steele - Grey.
Una orden y un elevador acaban con el primer filme de la saga de Cincuenta Sombras, aunque ya todos podemos imaginarnos como va a acabar eso. Este seguro quedará como el evento del año para las fans de los libros escritos por E.L. James, mientras que los que somos ajenos al fenómeno nos quedaremos pensando, como la protagonista ante su contrato, sobre lo que acabamos de ver. Lo que es seguro es que a Christian Grey le queda un buen rato para azotar la pantalla o sumirse ante ella.
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Fifty Shades of Grey
Estados Unidos, 2015
Dir. Sam Taylor-Johnson
con Dakota Johnson, Jamie Dornan, Luke Grimes, Marcia Gay Harden
Duración: 124 minutos
Dakota Johnson
Fifty Shades of Grey
Jamie Dornan
Luke Grimes
Marcia Gay Harden
Oscars 2016
Review
Rita Ora
Sam Taylor-Johnson
Universal Pictures México
2 Comentarios
¿Qué no es Marcia Gay Garden? A lo mejor te traicionó el subconsciente
ResponderEliminarCierto es Marcia Gay Harden. Gracias por ayudarnos a sacarla del clóset (:
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