Crítica - X-Men: Días del Futuro Pasado


X-Men: Days of Future Past
Dir. Bryan Singer

por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro

En un futuro cercano, la humanidad ha sido azotada por un terrible genocidio donde humanos y mutantes han perdido la vida frente a los centinelas, máquinas creadas en un principio para controlar a la población mutante de Estados Unidos. Ante la situación, un grupo de mutantes liderados por el profesor Xavier (Patrick Stewart) y Magneto (Ian McKellen) deciden llevar a cabo una arriesgada estrategia: enviar a Wolverine (Hugh Jackman) a 1973 y evitar que Mystique (Jennifer Lawrence) realice un evento que cambie la historia  y los lleve al exterminio, todo esto con el apoyo de los jóvenes Charles (James McAvoy) y Eric (Michael Fassbender).

Sin duda el cine de personajes basados en un cómic tiene un antes y un después de X-Men (2000), aquella cinta de principios de siglo dirigida por Bryan Singer y protagonizada por algunos nombres en ese entonces un tanto desconocidos: Hugh Jackman, Halle Berry, James Marsden. El resultado en taquilla convencería a los estudios de que aún había oportunidad para los "super héroes" sin la necesidad de recurrir a los ya tradicionales Batman (con las cintas de Tim Burton y Joel Schumacher) y Superman (que ya había tenido su época de gloria con Christopher Reeve en el papel principal), de ahí se desprenderían películas como El Hombre Araña (Spider Man, 2000) de Sam Raimi, Daredevil: El Hombre sin Miedo (Daredevil, 2003) de Mark Steven Johnson, entre otros.

Catorce años después y con cinco cintas más en el historial, dos secuelas, dos spin-offs sobre Wolverine y un afortunado reboot, X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class, 2010) dirigido por Matthew Vaughn, Singer regresa a la dirección con X-Men: Días del Futuro Pasado (X-Men: Days of Future Past, 2014), un extraño experimento que funciona mejor de lo que se podría esperar.

Singer, que había abandonado la franquicia en su segunda cinta para filmar las fallidas Superman: Regresa (Superman Returns, 2006) y Operación Valquiria (Valkyrie, 2008), retoma las riendas bajo sus propias condiciones, reinventa la trama con solamente momentos y personajes importantes y le da un nuevo sentido a una serie cuya calidad, a excepción de la película de Vaughn, había ido decayendo. El trabajo de Singer, que por momentos recuerda a lo que había ofrecido en las primeras dos X-Men, funciona como una bocanada de aire fresco al abandonar la solemnidad que envuelve actualmente a las comic book movies y ofrece, en su lugar, una entretenida, divertida y muy emocionante cinta que le devuelve todos los valores a los también llamados Hombres X.

Sin mayores problemas ni la menor pretensión, Simon Kinberg, Jane Goldman y Matthew Vaughn crean una historia que, aunque no sigue aristotélicamente las mismas líneas dramáticas que las otras cintas, mantiene una delgada sincronía entre todos los elementos de la filmografía de los personajes creados por Marvel, así como hay elementos de las primeras dos cintas, hay presencia de X-Men Orígenes: Wolverine (X-Men: Origins: Wolverine, 2010) y de la misma Primera Generación, jugando con los personajes y creando un ambiente entre novedoso y nostálgico. Los juegos de poder que rodean al contexto histórico en el que se desenvuelve la trama no se equiparan con la carga emocional entre Charles Xavier y Magneto, así como el papel que terminan cargando los miembros más antiguos de la Escuela para jóvenes Dotados en el desarrollo de la historia que serán del agradado de los fans o de cualquier espectador que siga a los personajes.

Otro de los elementos que mejor funciona en el filme es la presencia de todos los actores de la saga, ya sea en las escenas del futuro con elementos del primer reparto, Hugh Jackman completamente acomodado en su papel como Wolverine, Patrick Stewart, Ian McKellen, Ellen Page, Shawn Ashmore, Omar Epps y una breve aparición de Halle Berry (calladita se ve mas o menos) o con los integrantes del primer reboot con los funcionales James McAvoy, Nicholas Hoult y especialmente Jennifer Lawrence (muy ganadora del Oscar pero completamente vestida de azul) y Michael Fassbender en su etapa de villano incomprendido. En cuanto a los nuevos personajes destaca la participación de Peter Dinklage, conocido por Game of Thrones, como un empresario comprometido con sus intereses y especialmente la de Evan Peters como Quicksilver, el personaje con la mejor escena de toda la película (Aaron Johnson, quien interpretará al mismo personaje en la secuela de The Avengers tiene unos zapatos muy difíciles por llenar).

En niveles técnicos la película presenta una buena dirección de arte y fotografía, esta última a cargo de Newton Thomas Sigel (Drive de Nicolas Winding Refn o Los Sospechosos Comunes de Singer), entre épocas. Cosas más vistosas  y coloridas en la década de los setentas mientras que en el futuro, la oscuridad manda, así sea un destruido Nueva York, un Moscú derribado o un templo budista convertido en fortaleza, todo esto envuelto en buenos efectos especiales, en especial en una memorable escena en el Pentágono, y un destacado trabajo de John Ottman, quien también regresa a las ordenes de Singer, en la música.

X-Men: Días del Futuro Pasado es de esas experiencias que te llevan de principio a fin, literalmente fin pues hay una escena después de los créditos, por un desfile visual pero que el espectador no puede dejar de disfrutar en ningún momento en, lo que al momento es, la única película que vale la pena recordar de este verano cinematográfico. Bryan Singer cumplió con su trabajo una vez más y nos deja en espera de X-Men: Apocalípsis (X-Men: Apocalypse, 2016), cosa que ya queremos ver.

***+

X-Men: Days of Future Past
Estados Unidos, 2014
Dir. Bryan Singer
con Hugh Jackman, James McAvoy, Michael Fassbender, Nicholas Hoult, Jennifer Lawrence
Duración: 130 minutos
Distribuye: 20th Century Fox México

Película nominada al Oscar 2015

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