Siguiendo con esta funcional moda que tienen los estudios de retomar los cuentos clásicos (normalmente ya adaptados por la casa Disney en sus primeros filmes animados) y revitalizar los argumentos con resultados un tanto alejados del producto original, como ya lo vimos el año pasado con el estreno de Maléfica (Maleficent, 2014) e incluso antes con el lanzamiento de Blancanieves y el Cazador (Snow White and the Huntsman, 2012), llega a las pantallas La Cenicienta (Cinderella, 2015) una ordinaria adaptación de la cinta clásica de los cincuenta que justifica su existencia gracias al estupendo trabajo realizado por sus responsables técnicos y narrativos.
Con más elementos de la cinta clásica que del relato escrito por Charles Perrault o el atribuido a los Hermanos Grimm, Cenicienta cuenta la historia de Ella (Lily James) una bondadosa joven cuya vida cambia cuando su padre (Ben Chaplin) muere y queda bajo los cuidados de su madrastra (Cate Blanchett) y sus dos malvadas hermanastras (Sophie McShera y Holliday Grainger). Confinada al ático y encargada de los cuidados de la mansión familiar, Cenicienta - como le apodan sus ingeniosas captoras políticamente familiares - conoce cierto día a Kid (Richard Madden) quien sorpresivamente resulta ser el heredero al trono. Ahora y con el gran baile del príncipe cerca, la joven hará todo por salir de la casa y encontrarse con quien ella cree es su amor verdadero, solo que ante el control de su madrastra la ayuda para cumplir su deseo podría venir de su mágica hada madrina (Helena Bonham Carter).
Uno de los principales problemas que cintas como Espejito Espejito (Mirror Mirror), Oz: El Poderoso (Oz: The Great and Powerful) y las ya mencionadas Blancanieves y el Cazador y Maléfica habían enfrentado en su transición de conocidos clásicos a productos frescos, eran las osadas decisiones que los guionistas habían tomado en aras de cambiar el argumento y volverlo algo interesante. Ya sea agregar guerras entre reinos, enanos amaestrados para luchar y una villana que en realidad salvaría a la princesa en cuestión con un beso de amor, las deformadas tramas que en los últimos años había ofrecido el cine americano eran también sus más grandes errores. Conociendo este dato, el guionista Chris Weitz decide no sacar a la historia de Cenicienta de ese espectro fantástico y maravilloso que ya había ofrecido Disney a la mitad del siglo pasado y entregar una historia mesurada y un tanto anticuada para las nuevas generaciones.
Cinderella se nota como un producto pasado de moda, especialmente por la construcción de su personaje principal: una dejada muchacha que no puede levantar la voz en contra de quienes la castigan injustamente pues le había prometido a sus fallecidos padres siempre mantener la bondad que desbordaba su corazón. Con un argumento como este, lejano a las figuras femeninas que el cine nos ha otorgado en los últimos años (Ahí está Katniss Everdeen de Los Juegos del Hambre , la Cenicienta problemática y con dudas de En el Bosque o incluso las dos princesas de Frozen), la película no tiene mucho más que ofrecer y resulta una convencional nueva mirada a la conocida historia de la princesa de la zapatilla de cristal, con un diseño de arte fascinante, a cargo de Dante Ferretti y un buen trabajo en el confeccionamiento del vestuario, este último obra de Sandy Powell.
Tras la cámara, Kenneth Branagh logra obtener buenos momentos, de hecho los mejores son aquellos en los que se homenajea a la Cenicienta dirigida por Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske. Mejorando de aquella deplorable dirección de actores en Thor, Branagh mantiene el ritmo en el filme gracias a las participaciones de Richard Madden como un encantador príncipe, Helena Bonham Carter como una torpe hada madrina y especialmente una siempre deliciosa Cate Blanchett, quien con un cierto aire a las grandes protagonistas del cine americano de los cincuenta, interpreta a una villana irresistible y que quizá es el único personaje con matices y humanidad latente. ¿Por qué no hicieron mejor una película sobre la madrastra?, de todos modos el personaje aquí irregularmente interpretado por Lily James siempre quedaría a su sombra en todas las escenas que ambas comparten.
Bien dicen que más vale malo conocido que bueno por conocer y se agradece que los estudios paren en su intento por revitalizar historias conocidas y mejor se enfoquen en darles sólo una nueva versión, sin embargo si el resultado terminará siendo un tanto más cursi y desafortunadamente más innecesario que el producto original, lo mejor sería que no lo tocasen. Lo bueno, es que ahí viene Emma Watson con la nueva versión de La Bella y la Bestia para comprobar nuestra teoría o hacernos arrepentirnos de nuestras palabras.
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Cinderella
Estados Unidos, 2015
Dir. Kenneth Branagh
con Lily James, Richard Madden, Cate Blanchett, Helena Bonham Carter
Duración: 112 minutos
1 Comentarios
Muy linda historia!! Una película muy esperada, La Cenicienta, la última adaptación de un clásico Disney con actores de carne y hueso es una obra preciosista que merece que la veamos. Sólo por su dirección artística, sus decorados y su maravilloso vestuario creado por Sandy Powell ya vale la pena invertir en esta pequeña joya que, a pesar de ser bastante fiel a la versión animada de 1950, incluye varios giros para hacerla atractiva para el público del 2015, además, no me dejaran mentir; las más grandes volverán a sentir la magia que cuando pequeñas les hizo pasar esta clásica y maravillosa historia que todos conocemos.
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