Todos Están Muertos
Dir. Beatriz Sanchís
por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro
Lupe (Elena Anaya) fue una gran estrella del rock electrónico de los ochenta, sin embargo más de una década después, la sombra de lo que en algún momento fue una diva de la noche madrileña apenas sale de su casa. Por su parte su hijo, Pancho (Christian Bernal) vive apoyado de su abuela (Angélica Aragón) y de su tropa de boy scouts. Partiendo de esa idea, con dos personajes completamente diferentes pero asilados a su modo, la novel realizadora Beatriz Sanchís presenta en su ópera prima, Todos Están Muertos (2014) una entrañable historia sobre comienzos y, por más extraño que suene, apariciones paranormales para arreglar el camino.
Conociendo la situación de su nieto y de la madre de este, la abuela recurre a una creencia mexicana: en pleno día de muertos va con su mejor amiga y pide que su difunto hijo regrese por un par de días para solucionar los problemas con su hermana y así, Lupe y Pancho puedan avanzar cuando ella ya no esté. En un insólito caso de realismo mágico, Sanchís vuelve a la vida a Diego (Nahuel Perez Biscayart), el integrante faltante de esta familia disfuncional, quien involuntariamente hará que todo salga mejor. Con una notable delicadeza en los detalles técnicos, la directora comienza dibujar su filme que a pesar de ser un drama, tiene los toques de comedia necesarios para poder sobrevivir entre su extraño argumento.
Todos Están Muertos no es la película que podría parecer ser. Su ligera y paradójica estructura, que muchos tacharan de inocua, permite que el cálido producto presentado en pantalla se sienta autentico. Aunque en el filme estemos viendo un regreso, lo que se desata después es un avance, un avance hacia la aceptación, hacia el amor. la presencia del hijo y hermano muerto ayuda a que los personajes principales puedan salir de su aislamiento. Con algunas debilidades narrativas, Sanchís se sale con la suya gracias a ciertos momentos, ya sea una pelea en la mesa de cena o una fantástica secuencia donde el synth pop de Groenlandia (grupo ficticio al que pertenecía la protagonista) aparece oportunamente a tres voces.
Elena Anaya se luce en la pantalla como una mujer trastornada, miedosa de salir a la calle y enfrentar sus miedos, aunque estos si estén en las cuatro paredes donde ella habita. Fungiendo como la abuela mexicana, Angélica Aragón ofrece una sólida interpretación, caso contrario a Christian Bernal, quien interpreta a Pancho y que en algún momento se convierte en el protagonista de la historia con resultados muy irregulares. Vale la pena mencionar la presencia de los jóvenes actores Macarena Garcia, que se roba las dos escenas en las que aparece, y Patrick Criado, como un Kurt Cobain juvenil y sin tantos problemas (o al menos no los más visibles).
“Tengo algo que decirte, una cosa muy importante, olvídate de todo, ya nada será como antes” canta Groenlandia en un videoclip muy de los ochentas que es colocado en múltiples momentos de la cinta. Tal vez en la canción radica el sentido de la trama, olvidarse de todo lo pasado y seguir. Vaya agradable sorpresa que el cine español tenía reservada con Todos Están Muertos.
Conociendo la situación de su nieto y de la madre de este, la abuela recurre a una creencia mexicana: en pleno día de muertos va con su mejor amiga y pide que su difunto hijo regrese por un par de días para solucionar los problemas con su hermana y así, Lupe y Pancho puedan avanzar cuando ella ya no esté. En un insólito caso de realismo mágico, Sanchís vuelve a la vida a Diego (Nahuel Perez Biscayart), el integrante faltante de esta familia disfuncional, quien involuntariamente hará que todo salga mejor. Con una notable delicadeza en los detalles técnicos, la directora comienza dibujar su filme que a pesar de ser un drama, tiene los toques de comedia necesarios para poder sobrevivir entre su extraño argumento.
Todos Están Muertos no es la película que podría parecer ser. Su ligera y paradójica estructura, que muchos tacharan de inocua, permite que el cálido producto presentado en pantalla se sienta autentico. Aunque en el filme estemos viendo un regreso, lo que se desata después es un avance, un avance hacia la aceptación, hacia el amor. la presencia del hijo y hermano muerto ayuda a que los personajes principales puedan salir de su aislamiento. Con algunas debilidades narrativas, Sanchís se sale con la suya gracias a ciertos momentos, ya sea una pelea en la mesa de cena o una fantástica secuencia donde el synth pop de Groenlandia (grupo ficticio al que pertenecía la protagonista) aparece oportunamente a tres voces.
Elena Anaya se luce en la pantalla como una mujer trastornada, miedosa de salir a la calle y enfrentar sus miedos, aunque estos si estén en las cuatro paredes donde ella habita. Fungiendo como la abuela mexicana, Angélica Aragón ofrece una sólida interpretación, caso contrario a Christian Bernal, quien interpreta a Pancho y que en algún momento se convierte en el protagonista de la historia con resultados muy irregulares. Vale la pena mencionar la presencia de los jóvenes actores Macarena Garcia, que se roba las dos escenas en las que aparece, y Patrick Criado, como un Kurt Cobain juvenil y sin tantos problemas (o al menos no los más visibles).
“Tengo algo que decirte, una cosa muy importante, olvídate de todo, ya nada será como antes” canta Groenlandia en un videoclip muy de los ochentas que es colocado en múltiples momentos de la cinta. Tal vez en la canción radica el sentido de la trama, olvidarse de todo lo pasado y seguir. Vaya agradable sorpresa que el cine español tenía reservada con Todos Están Muertos.
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Todos Están Muertos
España, 2014
Dir. Beatriz Sanchís
con Elena Anaya, Angélica Aragón, Christian Bernal, Nahuel Pérez Biscayart
Duración: 88 minutos
Distribuye: Independiente
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