The Cobbler
Dir. Thomas McCarthy
por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro
Hablar de lo desastroso que puede ser el más reciente filme de Adam Sandler no sería una sorpresa. Desde hace poco más de una década, la carrera de Sandler se ha basado en malas películas y peores secuelas a esas películas, siendo quizá aquel drama dirigido por Paul Thomas Anderson (Punch-Drunk Love, 2002) su última muestra de talento. Sin embargo, al hablar de Zapatero a tus Zapatos (The Cobbler, 2015) lo que salta a la vista no es la amarga presencia de Sandler, sino el nombre detrás de la dirección y el guión del filme: Thomas McCarthy.
McCarthy es (o mejor dicho era) una de las apuestas más interesantes que tiene (o tenía) el cine independiente americano. Su primera película, The Station Agent (2003) conquistó el Premio del Público en el Festival de Sundance y lo posiciono en un prestigioso lugar, cuya importancia se vería reflejada cinco años después, cuando Richard Jenkins fue nominado al Oscar como Mejor Actor por The Visitor (2007), el pequeño segundo filme del realizador. La última vez que supimos de McCarthy fue en el 2011 cuando su tercer filme Win Win (2011) sonaba para ser uno de los filmes nominados a la edición en turno de los Oscar, siendo finalmente olvidada. Pocos podríamos haber pensado que ese ingenioso guionista regresaría al cine con una mala comedia que ni siquiera puede llegar al nivel de una "película de Adam Sandler".
Ubicada en el Lower East Side de Manhattan, Zapatero a tus Zapatos cuenta la historia de Max Simikin (Adam Sandler), una abandonado zapatero que, después de ser amenazado por un peligroso cliente (Method Man) tiene que cumplir con un encargo propio de su oficio antes de que caiga la noche. Cuando su nueva máquina costurera se descompone, Max baja al sótano y utiliza la antigua costurera de su padre, sin saber que esta tiene un secreto poder que pone a todos aquellos que usen los pares de zapatos arreglados en ella en los zapatos del otro. Cansado de su aburrida rutina, Max decide cobrar las personalidades de sus clientes por una noche, sin embargo este curioso descubrimiento lo llevaría a ayudar a una joven activista (Melonie Diaz) para salvar a uno de sus vecinos del desamparo causado por una corrupta constructora (Ellen Barkin).
Con un arranque prometedor, relatando genuinamente la forma en como el zapatero repara un par de viejas botas con un Adam Sandler extrañamente mesurado y hasta correcto, la película se va desgastando poco a poco mientras su personaje principal cambia de forma al ponerse en los zapatos (literalmente) de un niño gordito, un apuesto fotógrafo gay, un extraño hombre chino, un travesti y hasta un hombre muerto. Lo que debería haber sido el gran momento de la película se pierde entre ocurrencias absurdas y un aburrido guión.
De hecho, lo más valioso de la cinta no es cuando la comedia sale, sino cuando la relación entre Max y su madre pasa por la pantalla. Los toques melancólicos que acompañan a este mal logrado trabajo es lo más destacable y también lo que menos corresponde al argumento. Ni Sandler, adoptado un papel que no le queda a pesar de que se le debería de reconocer el esfuerzo, ni Dustin Hoffman (¿Por qué Dustin Hoffman acepta este tipo de películas?) despuntan con sus actuaciones, siendo el raperto Method Man quien se roba la película con sus transformaciones en pantalla, aunque tampoco haciendo gran cosa.
El desafortunado cuarto trabajo de McCarthy no sabe definirse y termina por convertirse, especialmente por ese final previniendo los poderes de los tintoreros y los barberos, en una de las peores películas que se podrán ver este año. Ojalá con su próximo filme Spotlight, que ya tiene confirmados en el reparto a Michael Keaton, Rachel McAdams, Mark Ruffalo, Stanley Tucci y Billy Crudup, McCarthy pueda volver a demostrarnos porque vale la pena seguir su trayectoria y especialmente olvidar su filme sobre un zapatero que cambia de personalidad tantas veces como los espectadores nos preguntábamos ¿Por qué estábamos viendo ese horror?.
McCarthy es (o mejor dicho era) una de las apuestas más interesantes que tiene (o tenía) el cine independiente americano. Su primera película, The Station Agent (2003) conquistó el Premio del Público en el Festival de Sundance y lo posiciono en un prestigioso lugar, cuya importancia se vería reflejada cinco años después, cuando Richard Jenkins fue nominado al Oscar como Mejor Actor por The Visitor (2007), el pequeño segundo filme del realizador. La última vez que supimos de McCarthy fue en el 2011 cuando su tercer filme Win Win (2011) sonaba para ser uno de los filmes nominados a la edición en turno de los Oscar, siendo finalmente olvidada. Pocos podríamos haber pensado que ese ingenioso guionista regresaría al cine con una mala comedia que ni siquiera puede llegar al nivel de una "película de Adam Sandler".
Ubicada en el Lower East Side de Manhattan, Zapatero a tus Zapatos cuenta la historia de Max Simikin (Adam Sandler), una abandonado zapatero que, después de ser amenazado por un peligroso cliente (Method Man) tiene que cumplir con un encargo propio de su oficio antes de que caiga la noche. Cuando su nueva máquina costurera se descompone, Max baja al sótano y utiliza la antigua costurera de su padre, sin saber que esta tiene un secreto poder que pone a todos aquellos que usen los pares de zapatos arreglados en ella en los zapatos del otro. Cansado de su aburrida rutina, Max decide cobrar las personalidades de sus clientes por una noche, sin embargo este curioso descubrimiento lo llevaría a ayudar a una joven activista (Melonie Diaz) para salvar a uno de sus vecinos del desamparo causado por una corrupta constructora (Ellen Barkin).
Con un arranque prometedor, relatando genuinamente la forma en como el zapatero repara un par de viejas botas con un Adam Sandler extrañamente mesurado y hasta correcto, la película se va desgastando poco a poco mientras su personaje principal cambia de forma al ponerse en los zapatos (literalmente) de un niño gordito, un apuesto fotógrafo gay, un extraño hombre chino, un travesti y hasta un hombre muerto. Lo que debería haber sido el gran momento de la película se pierde entre ocurrencias absurdas y un aburrido guión.
De hecho, lo más valioso de la cinta no es cuando la comedia sale, sino cuando la relación entre Max y su madre pasa por la pantalla. Los toques melancólicos que acompañan a este mal logrado trabajo es lo más destacable y también lo que menos corresponde al argumento. Ni Sandler, adoptado un papel que no le queda a pesar de que se le debería de reconocer el esfuerzo, ni Dustin Hoffman (¿Por qué Dustin Hoffman acepta este tipo de películas?) despuntan con sus actuaciones, siendo el raperto Method Man quien se roba la película con sus transformaciones en pantalla, aunque tampoco haciendo gran cosa.
El desafortunado cuarto trabajo de McCarthy no sabe definirse y termina por convertirse, especialmente por ese final previniendo los poderes de los tintoreros y los barberos, en una de las peores películas que se podrán ver este año. Ojalá con su próximo filme Spotlight, que ya tiene confirmados en el reparto a Michael Keaton, Rachel McAdams, Mark Ruffalo, Stanley Tucci y Billy Crudup, McCarthy pueda volver a demostrarnos porque vale la pena seguir su trayectoria y especialmente olvidar su filme sobre un zapatero que cambia de personalidad tantas veces como los espectadores nos preguntábamos ¿Por qué estábamos viendo ese horror?.
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The Cobbler
Estados Unidos, 2014
Dir. Thomas McCarthy
con Adam Sandler, Steve Buscemi, Dustin Hoffman, Ellen Barkin
Duración: 99 minutos
Distribuye: Zima Entertainment
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