Crítica - Día de la Independencia: Contraataque


Independence Day: Resurgence
Dir. Roland Emmerich

por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro

Este no ha sido un gran verano, al menos no ese verano que inicia en todas las salas de cine a mediados de Marzo y termina antes de la primera semana de Septiembre. Ya sea con una decepcionante secuela sobre un grupo de mutantes, una mala secuela cuyo motor principal se soluciona torpemente al mencionar el nombre de las madres de los protagonistas, una pésima secuela sobre tortugas con habilidades ninja, la fallida adaptación al cine de un videojuego pre-millennial o cualquiera de las dos inesperadas secuelas que nadie pidió, el verano fílmico ha presentado una de sus peores caras en años, así que cuando una secuela (para variar) a un éxito de 1996 llega a las pantallas, el panorama no parece ser alentador. Aún con ese presagio, Día de la Independencia: Contraataque (Independence Day: Resurgence, 2016), lucha por liberarse de cualquier molesta pretensión que el género y el propio cine hollywoodense ha adquirido en los últimos años y al final, entregar una película tan ridícula, absurda y terriblemente entretenida como su predecesora noventera.

Han pasado veinte años desde el ataque terrestre de una especie desconocida y los seres humanos han aprendido a vivir controlando su miedo y la tecnología que, literalmente, les había caído del cielo. Sin embargo, después de establecer contacto con una nave desconocida, la Tierra se ve inminentemente amenazada. Con sus conocimientos, el especialista David Levinson (Jeff Goldblum) deberá ayudar al gobierno de los Estados Unidos para controlar una posible invasión, mientras los pilotos estrella Jake Morrison (Liam Hemsworth) y Dylan Hiller (Jessie T, Usher) luchar por salvar a la Tierra.

No hizo falta mucho para que la cinta original tuviera un éxito inusitado, al final de cuentas, lo que el director alemán Roland Emmerich había hecho era revivir al cine de desastre de los años setenta y explotarlo a lo grande, sin importar lo irrisorio del argumento. A veinte años de distancia, Emmerich no hace otra cosa que repetir la probada fórmula de la primer Día de la Independencia y explotarla con sus acostumbrados excesos. El grandilocuente realizador y su equipo de colaboradores (al menos diez manos participaron en la elaboración del guión, incluidas las del propio Emmerich) utilizan los 119 minutos de duración, que bien pudieron ser más y pudieron ser muchísimos menos, para llevar a los extremos su extravagante historia. Con un contexto más serio, digno de aquellos blockbusters que inundan las pantallas con sus ideas intencionalmente complicadas y desarrollo profundamente vacío, Día de la Independencia: Contraataque sería una de las peores películas de este y cualquier año, pero Roland Emmerich salva a su más reciente desastre gracias a su ligereza y poco respeto agregado en cada cliché y situación explosiva.

Reciclando la trama original, con un perfecto timing bélico cortesía de los extraterrestres, Emmerich regresa a las grandes escenas de destrucción (mención especial para el ataque malayo sobre el cielo londinense) aderezadas con diálogos tontos y un exacerbado patriotismo americano, pero con la licencia narrativa que el propio director se da al ubicar la acción en un futuro utópico, donde todos los países han entrado en una paz perpetua después del ataque de los invasores. En ese mundo, donde la presidenta de los Estados Unidos conduce un evento frente al reconstruido Capitolio con un par de niveles más, Emmerich puede hacer lo que quiera, destruir todo a su paso, construir un vínculo entre alienigenas y sobrevivientes, acabar con una nave gigantesca con el escape a pie/garra/tentáculo de su líder (porque los virus informáticos son cosa del pasado) y dotar a sus personajes de Daddy Issues sólo para ocupar la nostalgia de los seguidores de la primera película y presentar a algunos de sus personajes originales. No se le puede pedir coherencia a algo que obviamente no lo tiene y escudado en eso, el hombre detrás de Godzilla, El Día Después de Mañana y 2012, se dedica a entregar un abarrotado y despreocupado espectáculo visual.

Con la ausencia de Will Smith en su rol heroico, el cast de Independence Day: Resurgence resulta ser tan extraño y disparejo como el extraño personaje blanco y circular que aparece en el filme (quizá la única cosa que el cerebro ya no está dispuesto a aceptar después de tanto y todo). Jeff Goldblum en su acostumbrado rol como Jeff Goldblum, tan cool y raro como se espera, lidera el reparto ante el pequeño desempeño de Liam Hemsworth, Maika Monroe (la chica de It Follows, por si se quedan con la duda) y el propio Bill Pullman, regresando ahora como un Ex-Presidente trastornado. Muy lejos queda la molesta aparición de Jessie T. Usher (queda claro que los hijos de Will Smith no funcionan en el cine, aún si estos no son en realidad sus hijos) y la extraña participación de Charlotte Gainsbourg. Si, esa última parte no es un invento, Charlotte Gainsbourg sale en Día de la Independencia 2.

En un nivel intelectual más abajo que el que muchos blockbusters quieren alcanzar pero entretenida sin mayores complicaciones, Día de la Independencia: Contraataque no es más de lo que promete ser, una película donde los edificios caen a la menor provocación ¿alguien esperaba más?.

**

Independence Day: Resurgence
Estados Unidos, 2016
Dir. Roland Emmerich
con Liam Hemsworth, Jeff Goldblum, Charlotte Gainsbourg, Jessie T. Usher
Duración: 119 minutos
Distribuye: 20th Century Fox México

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